No hay florituras ni prácticamente decoración, pero cuando nos sentamos enseguida nos damos cuenta que este restaurante escondido en un rincón de Gràcia es de confianza. ¿Por qué? Muy fácil: es el coreano donde comen los coreanos. Tanto si optamos por la carta o por el menú del día (tres platos, 11,80 euros), encontraremos todo el abanico de especialidades típicas de la región, entre ellas el bibimbap, una mezcla de huevo, carne y vegetales frescos sobre una base de arroz blanco. Si os va la marcha, pedidlo picante y rebajad el calor de la boca con las típicas verduras avinagradas que sirven de acompañamiento. La prueba de que los coreanos saben de arroz.
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