De entre todos los pubs que parecen museos, punto de fuga para turistas que decaen y botellódromos con tréboles por todas partes, este se encuentra un escalón por encima de los otros, sin duda entre los mejores pubs irlandeses de Barcelona. La cocina aquí es notable –el pastel de carne, la comida preferida de todas las modelos, es impresionante–, tienen grifo de Grolsch y una distribución del espacio que aprovecha a la perfección los grandes ventanales y el espacio diáfano en que se ubica. También cuenta con una pequeña terraza, sólo recomendable para los que les gustan las emociones fuertes y ruidosas, y con sala de billar.
Y zamparse su plato de irish breakfast completo –dos lonchas de bacon irlandés, dos salchichas irlandesas, huevo frito, judías en tomate, morcilla negra, hash brown, champiñones y tomate– es todo un placer culpable que hay que ejercer en días en los necesitamos un chute de indulgencia personal.