Davita Market tiene dos pilares fundamentales. En primer lugar, apostar por un concepto no muy extendido en nuestra ciudad pero muy popular en Nueva York o Londres: el del gran local en forma de mercado con diferentes puestos, con el do it yourself como leitmotiv tanto a la hora de confeccionar la carta como de llevarla a la mesa. Tú entras en el magnífico espacio del Davita, con su aire retro contemporáneo, te dan una tarjeta y vas haciendo ruta por las diversas paradas del local: tapas, ensaladas, bebidas, postres, pastas y pizzas. Y vas eligiendo platos que te cargan en la tarjeta, y que tú mismo deberás llevar hasta la mesa.
No todo el mundo está dispuesto a pasearse por el gran comedor del Davita con una bandeja entre las manos. Mal hecho: el segundo pilar del local es un producto italiano de importación de primerísima calidad, sin disfraces. "Lo que queremos es ofrecer producto italiano de calidad a precios muy muy ajustados", explica Sergi Farrés, chef y propietario, que a la vez tiene una importante distribuidora de productos italianos.
Esto lo demuestra con platos como la auténtica carbonara -nada que ver con el líquido blanquecino que algunos nos colocan. Aquí usan 'guanciale' y no bacon, 'pecorino romano' y yema de huevo y no la consabida nata líquida, una pizza de farro, un cereal más ligero que el trigo -bueníssima la que lleva crema de trufa y champiñones, huevos de codorniz y 'speck'- o una tabla con una degustación de seis quesos de importación.
Las raciones son potentes: Farrés está obsesionado "en hacer raciones grandes, que se puedan compartir y que el precio de la carta no suba". Si deseáis disfrutar de cocina italiana de la buena sin pagar los 40 € de un italiano de referencia, visitad sin dilación el Davita.
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