Cresta Colorada tiene un concepto distintivo: la rosticería mexicana. El pollo, asado a la brasa de carbón, es un cruce de nuestra tradición y la suya. Marinado con especies -sobre orégano macho, de inequívoco toque cítrico-, te lo comes con deleite dominical y chipotle. Buenísimo. Pero hay que decir que tras el pollo se esconde una taquería como una casa de campo, con algo para todos.
Desde una sutil tosta vegana -con calabaza y espárragos a la masa- y con hummus de frijol blanco, salsa picante y cebolla confitada, hasta una arrachera bárbara: un buen corte de entraña fileteada, con tortillas, queso fundido y guacamole. Cayetano Zertuche pone sobre la mesa sus credenciales gastronómicas: "Hacemos las tortillas a mano cada día, y tenemos vinos naturales y destilados de agave, más allá del tequila y mezcal". Una pequeña multitud de mexicanos comiendo y bebiendo como si mañana fuera sábado -y lo es- le dan la razón.