De los establecimientos clásicos de la ciudad, el Chicoa sigue siendo una auténtica referencia en Barcelona, el resto de Cataluña, Baleares y el extranjero en materia de bacalao y otros grandes platos de la cocina catalana. Entre sus muros antiguos, arcos de piedra y chimeneas, se puede saborear una cocina tradicional, pero modernizada en su justa medida. Partiendo de una enorme calidad del producto, Joan Llobet le dio fama.
Tentados por la extrañeza de encontrarnos en una carta, empezamos con unos sesos de cordero perfectamente rebozados y acompañados por bastoncitos de berenjena. Fritos en su punto justo, sin añadidos de sal de Maldon como sucede en la mayoría de los platos de fritos, de asados o de piezas crudas. Los cerebros se deshacen en la boca con la doble satisfacción de un rebozado crocante, nada aceitoso y de sabor mantecoso de la materia prima excelentemente tratada. Gracias a los sabios consejos de la Quima, la propietaria y compañera de batallas de Juan, continuamos con unas patatas especiales guisadas con sepia y guisantes frescos.
Plato sencillo, pero que exige mucha sabiduría para coronarlo. También circuló sobre nuestra mesa un arroz caldoso a la marinera y un bacalao con pisto. No creo que haya explicar a estas alturas del partido que los arroces y sobre todo los bacalaos son lo mejor de esta casa que desde hace más de cuarenta años hace disfrutar generaciones de catalanes: parroquianos habituales de fuera de Barcelona vienen a disfrutar con las diferentes maneras de preparar el bacalao. Esta es una tradición que se convirtió en fama y una fama que se ha justificado a lo largo de los años por la excelencia del producto y la preparación.
La degustación no acabó ahí. Uno de los comensales quiso ser sorprendido por algún plato especial y llegaron, con alboroto, unas mollejas de cordero con ronyonets, patatas fritas y algún pimiento. Un plato excelente, en vías de extinción. Primero las vacas locas y luego las modas locas, son las que hicieron escasear este plato y otros que proceden de los pequeños. Buenos vinos, buen precio y un servicio 'de siempre' coronaron la sesión.