Quienes quieren recuperar el placer del pollo asado dominical, tan maltratado habitualmente, el asador Chez Cocó es su opción. Con aires recargados y señoriales –esto es como comer en el Orient Express con espacio, una delicia– este restaurante sobresale en el arte de rustir cualquier ave incluso piezas de caza mayor y menor. Esto quiere decir que conviven el pollo a l’ast con la agachadiza –cima de la cocina de caza, preparada según los cánones– y otras delicias avícolas. Imperdibles la extraordinaria pularda de los Casals de Sagàs hecha en la cocot –una raza del Penedès que los hermanos Rovira han castrado, con resultados incomparables– y el pollastre de Bresse, considerado el mejor pollo del mundo, con una carne firme, llena de sabor y personalidad. En definitiva, un asador de lujo.
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