Este local está cerrado.
Xavier Pellicer es uno de los grandes chefs catalanes y las ha pasado de todos los colores: se marchó del Àbac con dos Michelin, sufrió el triste e injusto hundimiento de Can Fabes. Apartado de la presión de la carrera de las Michelin, encontró su camino en la asesoría de los restaurantes (Barraca, Barracuda, Carmelitas) de Tribu Woki. Ahora bien, el restaurante Céleri, donde aparte de ser asesor es socio, es el medio con el que ha vuelto a la cocina de autor de una manera profundamente personal. Y ha tenido premio: ajeno a la presión mediática, ha ganado su primera estrella Michelin.
Pellicer ha parido un restaurante donde cada plato de verdura –eco y de temporada– tiene una interpretación con matiz vegano, carnívoro o marino. Es decir, tres derivaciones. Pero donde siempre manda la verdura, salvo un breve apartado de carnes eco. "A veces las cocinas de autor –y esto no deja de tener un componente autoral– son demasiado hedonistas, y lo que tenemos que hacer es volcarnos en el cliente", valora. Epicuro se ajusta a sus valores culinarios: la sencillez, el placer cotidiano, el arraigo en lo que es modesto (que no pequeño). Porque, de hecho, los nombres de los platos son productos que se anuncian desnudos: espinacas, ajos tiernos, cítricos, alcaparras (que declinan con parmesano y papada crujiente en las dos versiones restantes).
El chef opina que a veces hay que dejar de lado el ego y dejar hablar al producto. Esta merma del ego se ha plasmado en cocina directa con megahits –como las judías con patata– o una pechuga de pollo con patatas que mejor no describir y probar. Ojo, que esto no es cocina de fonda: con el poder desnudo del producto, Pellicer hace cosas que parecen sencillas pero son muy difíciles.
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