Casa Luz, el restaurante que Tomàs Abellan abrió en 2021, ha alcanzado un grado de madurez envidiable. Lo que comenzó como un spin-off de su hermano mayor, el Bar Alegria, se ha convertido en una firme realidad de cocina de autor con espíritu mediterráneo y barcelonés, que basa su propuesta en una cocina sutil y sin efectismos, pero cargada de personalidad. Y demuestra esta madurez con un menú degustación de temporada que, sin pretender impresionar, reinventando la rueda, pero tampoco cayendo en los tópicos de las patatas bravas y las croquetas, es todo un viaje gastronómico.
Empieza con entrantes inspirados en el vermut –como unos mejillones en escabeche de zanahoria o una tostada con anchoa del Cantábrico y mantequilla ahumada– y se eleva con platos llenos de carácter, como una raya con patatas y suquet de pescado de roca, o su ya icónico tartar de tomate con hojas de capuchina y kizami. "Soy un restaurador joven y quiero darle a Casa Luz una identidad gastronómica muy vinculada con Barcelona y que, al mismo tiempo, sea muy personal", explica Abellan, que ha dejado el formato de tapa clásica en el Bar Alegria para centrarse aquí en su faceta creativa. Hay dos opciones de menú degustación: un menú corto de nueve pasos y otro largo por 98 euros. Y ambas opciones a un precio sensiblemente inferior al de un restaurante Michelin (pero con un nivel de satisfacción análogo, o quizá superior).
Uno de los restaurantes con las vistas más bonitas de Barcelona
La guinda la pone la ubicación: es de los pocos restaurantes de Barcelona situados en una azotea que no forma parte de un hotel. Se podría decir que tiene un carácter algo secreto: a pie de calle, se accede a Casa Luz por un ascensor que te lleva a lo alto del número 1 de Ronda Universitat. Allí te espera un comedor con ventanales y lleno de luz que demuestra que la plaza Universitat vista desde el aire es incluso bonita, y el edificio de la antigua Universidad, directamente una maravilla. Sin duda, una vista que invita a momentos románticos, ya sea de noche o de día: a primera hora de la tarde, una luz dorada inunda toda la estancia y hace que, inevitablemente, la sobremesa se alargue.