Un restaurante 'nuevo' en un emplazamiento histórico: abierto en 1918, el restaurante Buenavista fue uno de los lugares más de moda en el Raval y en toda Barcelona. Por lo que dicen las crónicas, los dos restaurantes más modernos y chic de principios del siglo XX eran Buenavista y 7 Portes. En los años 20, la parte más 'hot' de Barcelona era la que enlazaba el Paral·lel con Universitat, y Buenavista era una parada obligatoria. Durante los años 50 y 60, apostó por las influencias francesas –que era la cocina asiática de vanguardia de la época, para entendernos– y se convirtió en un clásico de banquetes, bodas y comuniones de altos vuelos (cerró a finales de los setenta, y los más veteranos recordaréis que a finales de los noventa aquí hubo un bazar de electrónica inmenso).
A finales de 2022 los propietarios del restaurante desde sus inicios, la familia Moraví, reabrió el Buenavista como Casa de Comidas Buenavista, con un coqueto hotel boutique anexo. Las credenciales barcelonesas son impecables, y la cocina y el servicio están a la altura del relato: bajo unas preciosas arcadas, turistas y locales –encontraréis a clientela mayor del barrio disfrutando y a turistas descubriendo el capipota– se come una carta asesorada por el chef Marc Roca, de cocina catalana y producto excelente que juega la carta del sofrito y la cuchara de verdad, sin postureo; nada de cebiches ni guiños en Japón (¡sólo uno!). Todo va de tapas, cuchara y brasa: aquí se come una cocina reconfortante y bien hecha, como una tortilla de bacalao al pil-pil tremenda, o un guiso de sepia con garbanzos donde notas la potencia del fumet de pescado y la melsa de la sepia en cada cucharada. Y los precios no se pasan en absoluto, si tenemos en cuenta la categoria de las cocciones y el tamaño de las raciones.