Este establecimiento familiar abierto en 1951 por los abuelos de Esteve, el actual propietario, es más una casa de comidas que no una bodega. Ahora es Zarina, su esposa, la encargada de la minúscula cocina a la vista. No os sorprendáis si os ponen una sopa borsx cuando pedís el potaje del día. El ama es rusa y, de vez en cuando, deja huella de sus orígenes en algún plato del día. Eso sí, el capipota y la mejilla asada de esta cocinera autodidacta son dignas de alguien nacido en Sant Esteve de Palautordera. No busquéis ni esferificaciones, ni tatakis, ni camas de Parmentier. Aquí la cosa va de vino servido en porrón y paella los jueves.
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