Son un clásico del Raval, una fórmula tan simple como efectiva: un cono rojo a rebosar de patatas fritas por un euro. Generaciones de jóvenes que pululan por el barrio se han alimentado a base de esta maravilla frita y ultrabarata, ya sea en su versión a pelo, pura patata, como en la sumergida en una piscina gozosa de ketchup y mayonesa industrial, sin sobrecoste. Una servidora ha llegado a regar todo con el queso feta que ponen los kebabs. No lo hagáis.
Time Out dice
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