Como ya hizo el chef francés, Ruscalleda ha optado por construir una carta llena de recetas sencillas y frescas, basadas en la excelencia de la materia prima y en la estacionalidad. "Sin ser un restaurante gastronómico, en Blanc ejercemos una cocina gastronómica, que es aquella que defiende las cosas muy buenas", precisa Ruscalleda. Hermana lujo y tradición: esto incluye guiños a la caza y el producto desnudo estratosférico.
Siguiendo la filosofía de lo local como universal, en los platos principales de la carta encontramos una fuerte huella catalana, en recetas como los canelones a la barcelonesa –con carne de pollo, cerdo y ternera– o una ensalada tant mediterránea como la de burrata, tomate, albahaca y romesco. Ahora bien, tampoco faltan las tapas que todo turista en Barcelona espera y algún toque asiático. Todas las tapas (croquetas, bravas, hummus, gyoza, jamón ibérico ...) se pueden pedir en el Banker 's Bar y en la terraza Mimosa. Porque de hecho, Carme Ruscalleda gestiona toda la oferta gastronómica de Mandarín.