Vamos a Pau Claris, la calle francés por excelencia. Allí Éric Basset, ex-jefe de cocina del Caelis de Romain Fornell, tiene el Bistrot Bilou (pronunciad Milú), justo al lado de la coctelería Bobby s Free, de la que es copropietario. "Yo quería hacer un bar de vinos, embutidos y quesos, pero con Alex Clotas, el jefe de cocina, nos liamos", dice. Basset, nacido en Montpellier, vino a Barcelona de pequeño. Con su experiencia de chef asesor -en Casa Ametller, por citar un sitio- ha reconvertido un bar Manolo esquinero -de aquellos de profundidad inesperada- en un "bistrot barcelonés, de cocinas hermanas, en el que a menudo hacemos combates entre crema catalana y 'crème brulée ", ríe. De toques asiáticos o latinos, cero: liberado de la presión de reinventar la rueda en cada plato, Basset está "por la coherencia total, por transmitir recetas bien hechas y muy pensadas", dice.
El Bilou tiene la doble vocación de comida rápida y buena (unas bravas demencialmente buenas y abundantes, por 4,80 euros, un salmón marinado con 'gravlax' propio fino y exquisito) y de ofrecer un puñado de platos de cocina clásica francesa a precios asequibles . Sobre todo si tenemos en cuenta la alta complejidad de preparar un 'paté en croute' (16 euros), imponente rebanada de pan de molde (propio) con un relleno de foie de pato cuit, pistachos, trompetas y cebolla confitada en siete especies . Dos días de trabajo para un plato que devoras con hambre de troglodita fin. O un 'pithivier' (16 euros), hojaldre en que se sustituye el relleno dulce por un corazón de foie-gras meloso, envuelto con carne picada de cerdo, muy similar a nuestra pelota de cocido, y bañado en salsa demi-glace. Los detallitos (o detallazos) del local son un manifiesto gourmet: compró el asador de pollos de Can Fabes, y ostenta un carro con la vajilla de su abuela.