Es para nostálgicos. Nostalgia de aquellos finales de los 60 y los 70, cuando sorprendía y gustaba todo lo que viniera de fuera, lo que fuera novedad. Platos que muchos conocieron visitantando Perpiñán para ver el prohibido 'El último tango en París'. Y además de para nostálgicos, el Bianco Noir –abierto en 2013 por la francesa Virginie y el italiano Cristian– es frecuentado por aficionados y actores de teatro. Porque recuerda de alguna manera lo que sucede entre bastidores. Sus muros fueron pintados por artistas, su música es ideal para acompañar una buena comida o cena: buen jazz y chill out. Pero lo importante, además del buen ambiente, es su propuesta.
Ofrecen la posibilidad de volver a saborear patés'à l'ancienne', caseros, y unas rillettes de cerdo o de pato soberbias, obra de Virginie, como las tapas, algunas de las cuales sobresalen, como los mejillones que prepara en escabeche. En visitas recientes no pudimos evitar repetir la quiche de puerros, con la masa preparada en la cocina, suave, crocante y de sabroso relleno. Con la quiche, Virginie suele saltarse cánones y a veces añade un poco de las rillettes, un paté de carne deshilachada, plato típico de la zona de Le Mans. A menudo en el menú encontramos polenta, unas veces con tomate y atún y otros con queso gorgonzola u otras variantes, y pastas al horno.
En la carta destaca un bistec tártaro, cortado a cuchillo, exquisitamente sazonado con buena mano. La bodega es dinámica, porque Cristian ha probado muchos vinos, para buscar los que se adapten a su oferta sencilla pero sabrosa y de precios razonables. Los sirven en copas, respetando su condición de bar de vinos. No esperéis grandes ofertas de postre. El café se puede tomar en su amplia terraza –donde también se puede comer–, operativa todo el año. Ideal para antes o después del cine, del teatro y para nostálgicos. Pero también para los que buscan buenos momentos que no sean de cartón piedra, aunque la simpática carta esté escrita en un cartón.