Abierto en 1969, era un establecimiento de parroquianos y partidas de dominó del barrio de Sant Andreu. Pasaron 50 años y Roger Sánchez y su valentía se hicieron cargo. Ahora despacha pequeños bocados para saciar el apetito (crestas rellenas de conejo), platos para compartir (porro confitado con pera, tocino y almendras), bocadillos sexis (bikini de fricandó, moixernons y queso manchego), postres tentadoras (lemon pie con galleta bretona, sorbete de mandarina, confitura de piel de limón y merengue duro de almendra). En la copa, 60 referencias de vinos nacionales e internacionales. Local reformado sin formalismos, servicio cercano. Objetivo conseguido: cocina de chup-chup hecha en el barrio y por el barrio. Muy recomendable.
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