Qué historia más curiosa, la del Bar Michigan. En los años 90 fue propiedad de un señor gallego. Vázquez Montalbán, asiduo a su barra, decía que hacían de las mejores croquetas y tortillas de patatas de Barcelona, dos piedras angulares de un buen bar. Era toda una institución. En 2012 se hizo cargo una china, Rosi; y pasó la mano por la cara a los que vaticinaban -con un toque de racismo- la era de lla croqueta congelada y la tortilla seca: la tortilla de patatas seguía siendo de jugosidad uniforme y melosa, las croquetas de jamón ibérico eran de una cremosidad delirante, las rebanadas de pan untadas con aquella intensidad maníaca que deja el tomate hecho confitura (¡lo corroboro!).
El gallego reabrió el Michigan en su pueblo natal, Rosi se retiró en 2019, y el grupo La Confiteria lo ha reabierto en 2020. «Nos lo traspasó Rosi a condición que lo mantuviéramos igual», explican. Y lo han cumplido: «Mantenemos el ADN de Bar Manolo gourmet», explica Baldovinos, y esto se refleja en una carta donde puedes zamparte el cuarteto de la alegría (brava-rusa-croquetas-tortilla), y otras tapas disfrutonas y de mojar pan (¡alitas de pollo, mejillones al vapor, huevos cabreados!) pero también gambas a la plancha y dados de solomillo a la brasa. O sea, que puedes optar por la tapa clásica y buena hasta un homenaje de producto. Y cocina sin interrupciones de las 7 a las 23 h.