El almuerzo en la zona alta puede ser un problema, si no estás dispuesto a dejarte al menos veinte euros en un sitio de menú fino, o la misma cantidad en alguna franquicia de raciones de carne gigantescas. Afortunadamente, todavía quedan lugares del todo discretos como el Bar Manila, especializados en dar comida de forma digna, casera y a precio asequible.
En estricto horario de casa de comidas, de lunes a viernes, aquí encontrará un clásico bar-restaurante de barrio con bocadillos calientes bien buenos, y un menú de mediodía que, por muy poco dinero, te ofrece recorridos como un revoltillo de ajos tiernos con camarones y un secreto ibérico sabroso a la plancha (se nota que la jefa tiene la mano rota) con unas patatas fritas cortadas a mano, excelentes. Nada de cutrear en los postres: puedes pedir con toda calma la crema catalana o el pastel de Santiago.