Anímic es un lugar dedicado a los desayunos de cuchillo y tenedor. Pero olvidaos del romanticismo aferrado a la roña de la bota. Esta es la casa de Albert Ferrer, uno de los grandes cocineros de fuego lento y guiso de Barcelona, y quien fue el 50 % de Bambarol, punto clave de lo que algunos desaprensivos llamamos gastrobar. "Amo la cocina, sin embargo, cambié porque necesito otro ritmo de vida", explica. Él y su segundo, Jonathan, de lunes a viernes hacen un intensivo en franja de pura casa de comidas: de 8 a 16:30 h. Por la mañana te puedes zampar los huevos con tocino de la foto (¡no son cualquier cosa! Cerdo ral d'Avinyó toda la noche a baja temperatura, mantequilla pura, con unos huevos de 'puntilla' perfecta que estallan debajo del cerdo celestial!) o una oreja de cerdo con chorizo que es una fiesta del colágeno fino.
Al mediodía la carta crece, con platos impecables y sustanciosos como una terrina de rabo de toro. También puedes optar por bocadillos, como el pepito de ternera, o cuchara catalana un poco viajada: el 'capipota' con pochas es el resultado de la relación con su suegro, de La Rioja, que con huerto y viñedos lo abastece de vino y algunos vegetales (¡un vino de la casa embotellado y etiquetado solo para ellos!). Todo es buenísimo y de cercanía, incluyendo el excelente café tostado de Dalston Coffee. Con un desayuno así, por favor, ahórrate la triste excusa del disfraz de lycra y la bicicleta.