Lo mejor de nuestra tierra lo encontraréis en el Allium, seguramente una rara avis en esta zona del centro de nuestra ciudad. Aquí los desayunos no tienen nombre inglés sino que son de labrador: con un buen pan con tomate y unos huevos ecológicos revueltos, en tortilla, fritos o con jamón o salchicha. ¡Esto hace que cualquiera vaya despierto durante todo el día! Las comidas de menú son algo más sofisticadas, con influencia de otras cocinas pero siempre con producto de proximidad seleccionado (forman parte del sello Slow Food-km 0). A la hora de cenar, tapas autóctonas como el capipota y unos mejillones con moscatel, o con mezcla de culturas, como en las gyoza de rabo de buey y jugo de asado.
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