Este establecimiento está cerrado.
El 68 lleva unos años sumergido en las cavernas del Raval. Si hace tiempo que no vais, deberíais saber que el local ha mudado la piel y se ha reinventado. En serio, porque ha dejado de ser un bar correcto para convertirse en la coctelería más innovadora y estimulante de Ciutat Vella. ¡Pam! Así de fácil y difícil. Barcelona ha parido un nuevo templo.
La estética reciclada de este espacio encaja como un corsé de seda en la silueta canalla del barrio. No será difícil que os sintáis a gusto. Y se agradece, porque el en el nuevo 68 deberéis poner los cinco sentidos desde el minuto uno para vivir una experiencia etílica y gastronómica de primer nivel.
En la barra del 68 se hace magia de la buena. Una coctelería imaginativa, moderna y con sustancia. Los clásicos-ligeramente reinterpretados-conviven con pociones de autor orgásmicas; piezas de ingeniería etílica pulidas con una inspiración desbordante. Lo mejor de todo es que si te dejas aconsejar, os dirán qué snack o plato de autor es el más adecuado para la copa (o viceversa). Son maestros del maridaje coctelero. ¿La carta de comidas? Al mismo nivel de excelencia que los alcoholes. Pruebo una navaja viole(n)ta con cereza, jengibre y limón, con un Japan Airlines, cóctel supremo con ecos nipones. Primera lágrima. Me sacan un cebiche de corvina que emocionaría a un zombi y me lo sirven con una relectura radical del negroni con acento mexicano. Alucino. Segunda lágrima.
Estoy ante una idea nueva y atractiva donde cóctel y plato son lo mismo. El nuevo 68 es un faro de calidad en las aguas negras y removidas de la calle de Sant Pau; mi nueva coctelería favorita. Si estuviera en el 69 ya sería demasiado perfecto.