A veces necesitas desesperadamente encontrar un lugar que sea tu salvavidas a cualquier hora del día. El Tarannà es uno de esos milagros que aparecen de repente en tu existencia. Un flotador furtivo en medio de un naufragio. Un sueño de local donde levantar el culo de la silla es drama, y volver, necesidad.
Decorado con simplicidad y exquisitez, este espacio se deja querer por una combinación de madera, ladrillo y azulejo blanco, reforzada por un color verde Wimbledon que ya es marca de fábrica. Los claustrofóbicos disponen de una terraza donde resulta orgásmico matar las horas en compañía de un cómic y tabaco.
En el interior, mucha calma, música suave, mesas de madera comunitarias, sillas vintage de estilo escandinavo y un ventanal divino que abren cuando hace bueno, y donde el visitante más indeciso puede sentarse con medio cuerpo dentro y medio cuerpo fuera del local , como en el Federal Café de Parlamento.
El Tarannà es un lugar especial. La luz es magnífica a media tarde, se está de coña. Cuando cae la noche, no hay nada como pedir una de las muchas cervezas que ofrece la carta y acompañarla de un bocadillo ecológico de pollo con aguacate, mi favorito. Desayuno, vermut, comida, merienda-dulces brutales-, cena, mam de calidad ... El local combina polivalencia, modernidad, calidad y sencillez, y cuida como Dios manda la clientela-abunda la gente cool-a través de un servicio muy atento y rápido. Es imposible no dejarse seducir por este oasis, por la comida, por su atmósfera relajante. El idilio está servido una vez más en Sant Antoni. Estoy enamorado.
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