Como nuestro deseado pollo durante la postguerra -¿recordáis a Carpanta?- la pasta rellena en Italia era sinónimo de fiesta mayor. John Dickie escribe en 'Delizia' -muy recomendable historia de la cocina italiana- que "con los tortellinis del domingo las familias reafirmaban que todo iba bien".
Aquí y ahora, en el barrio de la Ribera -refugio italoargentino- esta suculenta paz de espíritu se puede conseguir diariamente visitando dos pequeños obradores de pasta fresca y artesana donde el reto es ofrecer calidad de fiesta mayor a precios muy asequibles.
Preguntad por el plato del día
Emiliano Corrieri, propietario del Maccaroni -pulcra cocina a la vista, una barra y tres mesas, 1 y 3-, argumenta la italianidad al cien por cien de su cocina: "La pasta la hacemos casera cada día, con sémola y harina italiana. Una señora que hace 40 años que tiene un pastificio -restaurante de pasta- nos ha enseñado el oficio".
Los platos están bien presentados -en cazuelas de barro- y son generosos: unos 150 gramos de pasta cubiertos de 200 gramos de salsa a fuego lento. Disponen de cinco tipos de pasta fresca, combinable con nueve salsas, y el hit son los exuberantes spumone con ragú de ternera (7,50 €).
Hay especialidades diarias fuera de carta: de lunes a miércoles, gnocchis de patata; de jueves a viernes, pasta rellena. Y pequeñas delicias en cuentagotas, como pasta con botarga, "que los italianos no cocinan en casa porque va a 170 euros el kilo", dice Corrieri. A menudo veréis una clientela del país de la bota que piden el plato del día; como, por ejemplo, unos raviolis rellenos de mascarpone y tomate seco, albahaca y parmesano, y con pesto a la siciliana. Sí, la pasta no se come pan, pero mi rebanada se me quedó pequeña para rebañar el plato. Y os disuadirán de hacer sacrilegios combinatorios, como un chino que quería gorgonzola y gambas.
¡Raviolis punk!
Luciano Bertolini tiene dos historias, la musical y la gastronómica. En la primera, fue el batería de Los Demonios de Tasmania, apreciable banda argentina de punk-pop-glam. Publicaron seis discos. La gastronómica: viene de un linaje italiano, con lustros de hacer pasta los domingos con la yaya. Todavía más pequeño que Maccaroni, La Pasta Nostra -con el inequívoco aire punk de quien se lo hace él mismo- es "más bien un obrador abierto al público, con degustación", explica.
La especialidad es la pasta rellena y las salsas, todo hecho a mano y cada día. Por 8 € me como unos raviolis rellenos de ricotta, mozzarella y jamón, y una empanada argentina excelente, de la casa, más cerveza. Le pregunto a Bertolini por su mejor plato: "Los raviolis que has comido con una salsa de tomate y pesto. Los argentinos lo llaman el nostalgico". ¿Qué decía el 'conseller' de las tijeras? "Hay niños que no pasan hambre, pero solo pueden comer pasta". Ojalá fueran platos de pasta como estos.