Entrepanes Díaz
©IvanGiménez Entrepanes Díaz
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Nuevos bocadillos imprescindibles

Tres maneras de entender el bocadillo revitalizan la tendencia en Barcelona

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"¿Cuánto cuesta tostar un pan? Si tuestas un pan congelado, ya es digno", dice Kim Díaz, propietario del Bar Mut. Yo añado que si lo haces con pan bueno del día anterior, conviertes tu cocina en el mejor bar del barrio. "Le tenemos muy poco cariño al bocadillo, hilo conductor de muchas infancias y generaciones", valora.

Bocadillos proustianos

Esto afecto proustiano al bocadillo de morcilla de Burgos ha desembocado en la apertura de Entrepanes Díaz, que se ha comido una parte de la coctelería Stinger. Una barra que parece que lleve allí toda la vida. La han reformado con la ayudar del director de arte de Almodóvar, Antón Gómez: mármol, madera y latón. “Queríamos que pareciera un bar de Madrid de los años 50”, explica. Son bocadillos de cocina y sofrito con mucho protagonismo del pescado. “Con mucha sustancia”, dice Díaz. Con un pan, de la panadería Sant Josep, crujiente, que aguanta salsas y temperaturas, y que es ligero, sin mantequilla.

Pruebo el de calamares–de rebozado ligero, con mayonesa de tinta de calamar, antidepresivo natural– y el chute de euforia es inmediato, en la libreta se me mezcla la tinta del boli con la cefalópodo. También disfruto con la morcilla de Jaén, que fluctúa en un estadio sólido-líquido mágico.

Me habían dicho que era caro, pero dos bocadillos excelentes y dos cañas bien tiradas salen por 20 euros. No me parece que sea nada caro. Díaz, creador de alta barra, es rotundo: "Yo no hago bares de precio, hago estados de ánimo. Comer bien por 20 euros no me parece caro”. Cien por cien de acuerdo. Es muy catalán salir poco, gastar poco y ser muy exigente. El Entrepanes tiene muchas singularidades: una política de contratación solo de camareros mayores de 50 años –"quiero el camarero profesional, con solera”–tapas del sur –ortiguillas, cazón, tortitas de camarón– y paredes donde lucirán fotos originales de Maspons y Miserachs.

Refundación del biquini

La amanerada palabra sandwich me parece inadecuada para etiquetar los robustos bocadillos de pan de molde del Blitz. Son dos rebanadas de pan de molde gigante –hechas por encargo al Forn Boix– que te llegan cortadas en dos triángulos de palmo y medio, una encima de la otra. Dos por uno. Eduard Minobis, uno de los socios de la hamburguesería Oval, explica que "primero nos salió la oportunidad de hacer algo en este lugar y luego pensamos el concepto".

Blitz –significa relámpago, pero se refiere a marketing y a comida rápida, no a trincheras hitlerianas– es un chaflán en Urquinaona, una zona inhóspita para el transeúnte que ahora se llena de sabor con un bar de esquina y barra. “No queríamos llenar por llenar, queríamos hacer las cosas bien”, dice Minobis. Han acertado. Han llevado el biquini a otro nivel, con planchados deliciosos con el de pollo, con mostaza de miel, cheddar, cebolla y crujiente de ciruela (vegetarianos, no os perdáis su tofu ahumado), frankfurts y bocadillos clásicos de embutidos. El Blitz funciona hasta las doce, y triunfa como bar de debajo de casa donde tomar un cubata bien de precio, almorzar o comer.

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La butifarra catalana por el mundo

Tercer motivo de alegría entre panes. Carles Abellan por fin ha puesto, en los porches de la Boqueria, la primera versión en local de su food truck, Yango Urban Food. Aquí encontramos la evolución del hot dog catalán, que también tiene sede en la playa. Son, explica Abellan, "bocadillos de butifarra, hechos con el horno Josper, que viajan por el mundo". Butifarra ecológica 100% y producto de calidad. El chef habla de longaniza –en Aragón y en ciertas partes de Cataluña a la butifarra la llaman así, como en Berga la llaman 'tastet'– y cree que “podría ser un nuevo paradigma en el mundo del 'urban food'”.

Salimos ganando porque los yangos están buenísimos –el Perú, con cebolla roja, lima, cilantro, ají y huancaína, permanecerán en vuestra memoria gustativa un rato– y son mucho más económicos que los del chiringuito: todo, menos el catalán –que lleva trufa y setas de temporada–, cuestan entre 4,80 y 5,50 euros. Diseño al servicio de la butifarra: el grafismo de Inoquo, que rememora los carteles de bocadillos de cutre-bares, es antológico.

Más información

  • Bar de bocadillos
  • Dreta de l'Eixample
  • precio 2 de 4
La visión del bocadillo del Kim Díaz, factótum del Bar Mutis y Bar Mut, se ha concretado en una elegante barra de bar vintage -homentage los bares madrileños de los 50- y una carta de unos diez de bocadillos de cocina de carne y pescado sorprendentes, pura tradición entre panes: 'bocata' de kokotxas al pil-pil, bocadillo de calamares en su tinta o uno de morcilla de Jaén excelente. Tienen tapas de fritura estilo gaditano muy bien hechas, cañas bien tiradas y una política de contratar sólo camareros mayores de 50 años.
  • Bar de bocadillos
  • Sant Pere, Santa Caterina i la Ribera
  • precio 1 de 4
Blitz
Blitz
Blitz -quiere decir 'relámpago', pero se refiere a marketing y comida rápida, no a trincheras hitlerianes- es un chaflán en Urquinaona, una zona inhóspita para el peatón que ahora se llena de sabor con un bar de esquina y barra que ha llevado el bikini a otro nivel. Son dos rebanadas de pan de molde gigante -hechas por encargo en el Forn Boix- que te llegan cortadas en dos triángulos de palmo y medio, uno encima del otro. Son recetas de planchados deliciosas, como el de pollo, con mostaza de miel, cheddar, cebolla crujiente y ciruela (vegetarianos, no os perdáis su tofu ahumado). También tienen perritos calientes, bocadillos clásicos y buen café.
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  • Bar de bocadillos
  • El Raval
  • precio 1 de 4
Carles Abellan tiene, en los porches de la Boqueria, la versión en local de su food truck, Yango Urban Food. Aquí se come la evolución del hot dog catalán que nació en un chiringuito de playa. Són, explica Abellan, "bocadillos de butifarra, hechos con el horno Josper, que viajan por el mundo". Butifarra ecológica cien por cierto y producto de calidad que se concreta en yangos como el Perú, con cebolla roja, lima, cilantro, aji y huancaína, o el México, con pico de gallo, cilantro, lima y jalapeños.
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