Bocadillos proustianos
Pruebo el de calamares–de rebozado ligero, con mayonesa de tinta de calamar, antidepresivo natural– y el chute de euforia es inmediato, en la libreta se me mezcla la tinta del boli con la cefalópodo. También disfruto con la morcilla de Jaén, que fluctúa en un estadio sólido-líquido mágico.
Me habían dicho que era caro, pero dos bocadillos excelentes y dos cañas bien tiradas salen por 20 euros. No me parece que sea nada caro. Díaz, creador de alta barra, es rotundo: "Yo no hago bares de precio, hago estados de ánimo. Comer bien por 20 euros no me parece caro”. Cien por cien de acuerdo. Es muy catalán salir poco, gastar poco y ser muy exigente. El Entrepanes tiene muchas singularidades: una política de contratación solo de camareros mayores de 50 años –"quiero el camarero profesional, con solera”–tapas del sur –ortiguillas, cazón, tortitas de camarón– y paredes donde lucirán fotos originales de Maspons y Miserachs.