Poca broma, Maitea —afecto, en vasco— ofrece más de cien pintxos fríos y calientes. La particularidad, nos explica Nico Montaner, es que en esta atípica barra la cocinera es su madre, una vasca asentada en Cataluña. Y con raíces tan nuestras que en su extensísima carta el pintxo de puerro con romesco convive con la tortilla de pimientos del piquillo. En este afán catalanovasco, el personal puede comer pintxos en la barra o en mesa. Podríamos extendernos hasta el infinito explicando su variedad, pero sólo diremos que la tónica aquí es la sencillesz, la originalidad y la calidad. Acudid sobre las 20.30 h, atletas de los palillos.
Y si os quereís sentar a la mesa, pues os vais a encontrar con un excelente restaurante vasco con producto selecto, con guiños a la Cataluña del buen comer: patata enmascarada del Berguedà, tortilla de bacalao, pochas a la vasca, chuletón de buey madurado ...