Un lugar que no debéis perderos. Un lugar que por la variedad de su oferta, su horario diario y que nunca está cerrado, se ha impuesto en dos años como un punto clave de reunión y de placer. La luz natural que la inunda y los colores elegidos para su decoración justifican este nombre. El buen ambiente y la excepcional acogida y servicio hacen el resto. Pero lo fundamental es la propuesta. Abierto todos los días desde la mañana hasta la madrugada, luce en el escaparate helados caseros, como todo lo que hacen.
Punto principal de atracción son las empanadas, tienen unas trece versiones, que se diferencian de otras por la calidad de su pasta hecha a mano y la combinación de sabores y texturas. Pastelitos como el de cebolla muy trabajado a fuego lento, queso y aceitunas negras o la tarta pascualina de espinacas y requesón, son dos claros ejemplos. Estas primeras citas son para el paseante que quiera comer algo a deshoras. Pero sentarse a disfrutar en la luminosa y colorida sala interior o en la terraza es a lo que invitamos seriamente.
Roxana en la cocina y Marcela en la atención, destacan por su simpatía, pero sobre todo por su buen hacer. Además de las empanadas, la hamburguesa con pan especial y la focaccia de rosbif son experiencias deseables para los carnívoros de ley. El hecho de que Roxana sea italoargentina, influye intensamente en el capítulo de las carnes, ya que la hamburguesa, presentada en el punto pedido, es excelsa, y la focaccia, fuera de serie. Para los seguidores del choripán, es una cita ineludible y el producto elaborado sólo por ellas es único.
Pero lo más interesante es el menú diario, donde se incluyen ensaladas, sopas (frías de verano), carnes (atención cuando hay vacío de ternera) y peces de recetas sencillas pero bien hechos y con grandes resultados. Hay mucha oferta vegetariana y los helados y los postres elaborados por Roxana y Marcela son sublimes.