La Pineda

La sangre de las venas de las ciudades es historia, memoria. En el corazón de la Barcelona desaparecida, La Pineda brilla como una perla. Es la charcutería con degustación más antigua de Barcelona y supera los 100 años. Renovarse o morir no implica avanzar. La tradición funciona como un bálsamo cuando modernizarse es una escenografía plana de negocios aparatosos que quieren copiar la tradición. En La Pineda, los jamones son señoriales, como los quesos, las latas elegidas con criterio y las galletas Xianas de Galicia, exclusivas en Barcelona.
Florenci Mir llegó a la ciudad desde Alcañiz en 1920. Trabajaba en la charcutería y adquirió el negocio en 1930. De entonces sobreviven elementos de museo: mostrador de mármol, nevera de hielo, caja registradora y máquina Berkel de cortar embutido. El sobrino, Pedro Mir, es el propietario actual de La Pineda. Leo Vinitzki, el encargado, oficia entre las mesas donde Ferran Adrià hace el vermut cuando está en el barrio. Caminos romanos y palacios neoclásicos, a tocar.