Tiene pedigrí: la familia propietaria regentó churrerías en el Paral·lel de 1961 a 2005, y están en esta esquina desde entonces. Es uno de los pocos bares con churrería que hay en la ciudad; Dolors Álvarez explica que "padres e hijos del barrio han crecido con nuestras cortezas y patatas". Un buen plato de cortezas de trigo con una caña excelentemente tirada es un aperitivo que todo el mundo se puede permitir.
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