Sin duda uno de los grandes atractivos de El Call de Montblanc es el propio edificio, una antigua casa de un judío que data de los siglos XIII y XIV muy bien conservada, con un comedor elegante en el piso de arriba. Pero lo que sirven en las mesas no se queda atrás, al contrario, se basa en el producto de proximidad y, por ejemplo, los caracoles a la lata o el bacalao con miel no os dejarán indiferentes. Y cuando es la época, los ‘calçots’ son la estrella.
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