“El abuelo tenía por costumbre –y lo mantenemos– tratar a todos los clientes igual”. Lo dice Júlia Ferrer, la mujer de Ferran Rodríguez, alma de Can Lluís, uno de los restaurantes preferido de Manuel Vázquez Montalbán (MVM), que iba desde muy joven: nació en la vecina calle de Botella, en el corazón del Raval. Y este trato y acogida hoy sigue estando vigente en las nuevas generaciones de este lugar más que emblemático, representante de la buena calidad de la cocina casera, pulida con amor.
Es una cocina a medio camino entre la catalana y la alicantina, de donde provienen sus fundadores, por lo tanto, el placer está asegurado en guisos y arroces. Esto no quita que en los menús diarios o en la carta se encuentren absolutas sorpresas, como el espencat valenciano que nos sugirió Ferran. Es un bacalao desmigado y después macerado en vinagre de Mòdena, oscurecido pero no avinagrado, atención, y que se cubre con huevo duro picado finito y se mezcla con pimiento, tomate y cebolla, como si fuera una esqueixada negra. Gustosísimo.
Can Lluís está emparentado con otros dos restaurantes de muy buen pescado, buenos guisos y excelentes arroces: el Racó de l’Agüir y Els Ocellets. Ubicado en la calle de la Cera, la antesala con mesas y la barra ya avisan al buen paladar de que no sólo se trata de un buen ambiente y de testimonio de tiempos mejores. La presencia y simpatía de los camareros y la buena acogida ya hacen presentir una buena velada. Muy buen servicio, de esos de tirantes por encima de la camisa, de fonda.
Como esta temporada ya no tienen la olleta de Alcoi, soberbia escudella con morcilla, plato preferido de MVM, iniciamos la comida con un espencat y un menú del día, que ofrecía un arroz de bacalao de primero y habitas con chipirones de segundo. La olleta de Alcoi, emparentada con la escudella barrejada de aquí, encabeza el Menú Vázquez Montalbán, que se completa con una pata de cabrito al horno y un tocinillo de cielo, los postres de la casa. El segundo solicitado fueron unos pescaditos fritos en cantidad, muy frescos y, sobre todo, muy bien fritos.
Es difícil, sobre todo en el Raval, encontrar una oferta de pescado fresco y bien preparado sin necesidad de ir a la Barceloneta. Aquí pescado y arroces se escriben con mayúscula. Ferran Rodríguez en la sala y su mujer Júlia Ferrer en la cocina hacen posible el milagro diario de esta casa de buenas y apetitosas raciones. Además del menú diario, Can Lluís ofrece una bona tripa, excelente y generosa escalibada, un soberbio fricandó con setas y un rabo de toro magnífico.