El Café Cometa aterrizó en el epicentro hipster de Sant Antoni como la nave de abastecimiento de la invasión moderna, y el paso del tiempo, lejos de desgastarlo, lo ha reafirmado como uno de los espacios más interesantes de Parlament.
A parte de su ubicación privilegiada –con el Tarannà y La Donuteria al lado–, este local juega muy bien con el minimalismo nórdico, con un despliegue de techos altos, madera, mobiliario casero y luz, muchísima luz. La cocina a la vista, una cocina antigua que recuerda la de nuestras abuelas, preside el espacio principal, que se abre a la calle con un ventanal oxigenante. La atmósfera es relajada, y el público, moderno, joven y calmado.
No es extraño, el Cometa es un centro de desintoxicación infalible cuando habéis tenido sobredosis de oficina: un zumo natural, limonada de la casa o una infusión, si estáis blandos; un pastel casero o uno de sus magníficos sandwiches, si el hambre aprieta; un gin-tonic para hacerlo bajar todo.
Cualquier hora del día es buena para visitar el Cometa, un espacio que ha logrado sobrevivir a la fiebre modernilla de Sant Antoni y no morir de éxito. De hecho, está tan sobrado de encanto que cuando las barbas se rasuren y las bicicletas pasen de moda, todavía seguirá en pie. A prueba de hipsters.