Rasgaos las vestiduras, si queréis: hoy no escribiré sobre bodegas con solera ni coctelerías. Hoy reseñaré un bar muy especial, repudiado por ser la corona de uno de los edificios más feos –por dentro y por fuera– de Barcelona: El Corte Inglés de la plaza Catalunya, el templo del consumismo compulsivo que nos regula las estaciones. Este bloque macizo de gris es ciego: no tiene ventanas, no sea que el comprador note el paso del tiempo en el cambio de la luz y se vaya antes de adquirir unos mocasines.
El bar que nos ocupa, sí la tiene: un enorme ventanal alargado como el visor del casco de Robocop, un mirador privilegiado del centro de la ciudad que va del mar al Tibidabo y Montjuïc allí al final, que diría Ramonet Faura. A la hora de la puesta del sol la vista es espectacular, insólita. Esta es una de las dos características que hacen de este bar un gran lugar. La otra es el ambiente: para llegar tienes que cruzar TODO el horror, vía escaleras mecánicas –el descenso al infierno de Dante se queda corto– o en ascensor –ojos que no ven, corazón que no siente: mucho más recomendable–, y una vez arriba, te encuentras de repente en una especie de aeropuerto de los 70, con una concurrencia del todo estrambótica e imprevisible: extranjeros despistados, clientes del monstruo, camareros de los de toda la vida y espías. Sí: espías. Seguro. El local es caro pero es el lugar perfecto para intercambiar maletines: nadie te ve, nadie te conoce, a nadie le importa con quién hablas, quién eres o qué haces. Anonimato total y una gran panorámica: y todo, elevado sobre el ombligo de Barcelona. Ideal para maquinar revueltas, atracos perfectos o editar una novela.
Time Out dice
Detalles
- Dirección
- Plaça Catalunya, 14
- Gòtic
- Barcelona
- 08002
- Transporte
- Catalunya (M: L1,L3)
- Horas de apertura
- De lu. a sá. de 9.30 a 21.30 h.
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