Mingo tuvo un pub en Castelldefels y una chocolatería en Viladecans, y luego trabajó muchos años en la metalurgia, haciendo piezas para Roca o Yamaha. Un buen día un amigo le dijo que Félix de la Abacería se traspasaba el bar. No se lo pensó dos veces y decidió volver a dar un golpe de timón a su vida. De eso, hace siete años, y Mingo (y su mujer Loli, su sobrino Toni y su hijo Carlitos) ya son toda una institución: los habituales se reúnen en la barra para ver cómo, dentro de una nube de vapor de aceite, hace juegos de manos con la espátula y los huevos fritos, las tortillas y todo tipo de alimentos que pasan por su plancha.
En Cal Mingo la gente viene de lejos para probar su bacalao a la llauna, pero también hacen tortillas de mil sabores, bocadillos de lo que tú quieras y un menú de 9,50 euros. El producto, evidentemente, es fresco, del mercado, y se nota. Cuando llegó, en la parte de atrás del bar había un par de puestos de fruta abandonados, que él rehizo y convirtió en un comedor amplio, con una gran televisión y estufita para combatir el frío del mercado en invierno.
El sábado es el día fuerte del mercado y Cal Mingo es una fiesta: trabajadores, señoras mayores y gente del barrio en general vienen a tomar la caña de antes de comer –1,35 euros–, acompañada de una tapita de lo que haya: pan con tomate y una loncha de jamón, unas berenjenas rebozadas, un puñado de aceitunas.
Los bares de mercado son una alegría que vale la pena recomendar e incentivar, son espacios abiertos, de paso, con un espíritu alegre que invita a detenerse y charlar con la pescadera que come algo a media mañana o con el vecino que te encuentras por casualidad. Si los
Time Out dice
Detalles
- Dirección
- Mercat de l'Albaceria (Tva. de Gràcia, 186)
- Barcelona
- Transporte
- Joanic (M: L4)
- Horas de apertura
- Cada día de 12 a 3 h
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