Este recorrido debe empezar sí o sí en la Casa Usher, una de las librerías de nueva hornada que animan la zona alta, un templo de 'trencadís' consagrado al cuervo de Poe y otros pequeños iconos de la literatura de terror. Está en el número 79 de la calle Santaló, un poco por encima de la perdición etílica del Gimlet, de una residencia de estudiantes que cuando el sol desaparece nos hace pensar en los muertos de 'Cherry Falls' y de la mítica piscina femenina donde Jacques Tourneur se lo habría pasado pipa.
Son las siete de la tarde de un día de invierno. En la iglesia de la calle Sant Elies hay un cura con sotana verde dando misa de tarde. Los cantos se oyen desde fuera, con un eco de capilla y cirio encendido, bajo un letrero grabado en la entrada con letra de palo, 'Caritas est vera, debes ibi est'. Empiezo a tener la garganta encogida como un hueso de melocotón.