Pescadors Barceloneta
Maria Dias
Maria Dias

Un día con los pescadores de la Barceloneta

¿Quién, dónde, cuándo y de qué manera se pesca y se vende el pescado en Barcelona? Hemos pasado una jornada a bordo de la Bonamar 2 para averiguarlo

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Un martes de septiembre. Estamos bajo la Torre del Rellotge de la Barceloneta y faltan 10 minutos para las 5 de la mañana. Un hombre que pasa nos saluda con un 'buenos días': para los marineros el día hace rato que ha empezado. Luis Talló, hombre de mar y patrón, nos lleva hasta su barca, la Bonamar 2, donde ya todo el mundo trabaja. Con Lluís son cinco a bordo: Carlos (segundo patrón), Jordi (maquinista) y los marineros, Jesús y Usman, que dan un repaso a las redes antes de zarpar. La Bonamar 2 es una de las nueve barcas de arrastre que hay en el puerto de la Barceloneta y que trabajan en el mar (la mar, para los pescadores) de lunes a viernes, en jornadas maratonianas: a las 5 h preparan la barca, a las 6 h zarpan, cerca de las 16 h vuelven a puerto ya partir de las 17.30 h venden el género en la subasta de la Llotja. Tienen unas once horas de trabajo por delante.

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¿Quienes son?

Lluís, el patrón de la barca, viene de familia de mar (por parte de padre eran pescadores y por la de madre estibadores), de la Barceloneta de toda la vida. Embarcó por primera vez cuando tenía 16 años, hace 39 años que se dedica a este oficio y está a punto de jubilarse porque, por la dureza y las condiciones de su trabajo (el frío, la humedad, la fuerza), los pescadores (y también los mineros) se jubilan diez años antes que el resto de trabajadores. Pero esto no será hoy.

'Calar' y 'chorrar'

Es noche oscura cuando salimos del muelle y se anuncia tormenta. La Bonamar 2 pesca cerca Castelldefels, a 5 millas náuticas (unos 9 km) de la costa y a unos 50 metros de profundidad. Allí es donde lanzan al mar (se llama 'calar') la red, que durante unos 90 minutos se arrastra lentamente por el fondo. Lo harán tres veces durante el día. Calar, 'chorrar' (recoger) y clasificar el pescado. La primera recogida llega sobre las 8.30 h. Algo ha ido mal allá en el fondo y el patrón ha decidido recoger antes de lo debido. Subir la red a cubierta implica un proceso complejo, humano y de maquinaria; una coreografía coral orquestada por el patrón y el resto de la tripulación. El botín no ha sido abundante en cantidad pero sí variado: tenemos en cubierta montones de pescado coleteando (caballas, calamares, muelles, jureles) que los pescadores clasifican de rodillas en el suelo en cajas de plástico azul y que separan de medusas, estrellas de mar  y peces como el gato (de la familia del tiburón), que devuelven al mar.

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No todo es pescado

Los pescadores nos hablan de la cantidad de celulosa que encuentran- y con nuestros propios ojos vemos una botella de Coca-Cola con tres peces atrapados dentro. Todo esto pasa mientras la red vuelve a estar el fondo, llenándose. Aunque se habla mucho del plástico y es un problema real, los pescadores nos explican que el problema real con el que se topan ellos a diario es la celulosa, sobretodo toallitas desechables y compresas.

Volver a 'calar'

Dos horas más tarde se repite el proceso y parece que ahora ha ido mejor: hay pulpos (uno de ellos será nuestro almuerzo, delicioso), hay más calamar, más caballa, algún rape, araña, merluza. Cuando la red está en la superficie del mar, cientos de gaviotas se acercan a llevarse lo que los pescadores descartan. El ruido de los gritos y de las alas batiendo es alucinante.

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La carrera de vuelta

La tercera recogida, hacia las 15 h, se hace ya en dirección al puerto y llega a cubierta llenísima de barro. Lluís, el patrón, sube rápido a cabina y acelera a fondo mientras el resto de la tripulación clasifica y limpia en cubierta. La venta de la Llotja se hace por orden de llegada de las embarcaciones (por eso el patrón acelera) y con el método de subasta a la baja. En las gradas, pescaderos y empresarios compran calamar a 16 euros el kilo. Mañana, de nuevo a las 4 h de pie.

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