La banyera de la russa
© Carles Palacio i BertaLa banyera de la russa
© Carles Palacio i Berta

Tesoros secretos del Empordá

Una selección de pequeñas joyas desconocidas de la Costa Brava

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Piscinas naturales, rocas 'gatunas', cimas que no aparecen en los mapas, zonas de picnic en primera línea de mar... Hacemos una selección de pequeños tesoros que, no sabemos cómo ni por qué, todavía restan (más o menos) escondidos. Una ruta por las joyas naturales que esconde el Empordà. ¡Preparad la cámara, buen calzado o la barca y a disfrutar del territorio! 

Piscina Es Cau (Begur)

Un pequeño paraíso entre la playa Fonda y la de Fornells. Se trata de una piscina 'natural' y de agua salada creada hace más de cincuenta años por la comunidad de apartamentos y, de hecho, es privada aunque hoy en día los propietarios todavía no la han podido delimitar. Eso sí, si no fuera porque se ve claramente que el agua procede del mar, a través de una bomba de agua, está tan bien integrada en el entorno que parece totalmente natural. Es posible que, a no ser que os alojéis por allí, no os podáis bañar pero vale la pena desviarse un poco del camino de Ronda y echarle un vistazo.

Cala de Aiguafreda

Continuamos en Begur, sí, pero por una razón de peso. Al inicio del camino de Ronda entre la cala de Aiguafreda y la de Sa Tuna os encontraréis con tres mesas de piedra. La zona de picnic, por tanto, está un poco elevada de la playa, pero tranquilos porque bajando las escaleras estaréis en la cala. De hecho, más que una cala se trata de un muelle para embarcaciones. No hay duchas ni prácticamente espacio para poner las toallas pero disfrutaréis de una tranquilidad envidiable. Las mesas de la zona de picnic están, eso sí, un poco juntas pero os aseguramos que nueve de cada diez veces que hemos ido, estábamos completamente solos. Cargad bien el móvil porque lo necesitaréis.

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Mirador de la hospedería

Y de Begur a Llafranc a ver salir el sol. Cuenta la leyenda que desde este mirador se ven las mejores salidas de sol de la Costa Brava. De hecho, no es exactamente un mirador, es la terraza de la antigua hospedería de San Sebastián, –de ahí el nombre–, recientemente convertida en un hotel restaurante abierto completamente al mar. Un balcón en lo alto de los acantilados de la costa entre Llafranc y Tamariu. Absolutamente cautivador. Tanto que pierdes la noción del tiempo y no puedes apartar la mirada de la inmensidad del mar.

El Corsario Negro

No es un secreto, pero tenía que estar porque es único en Cataluña y la Costa Brava. El Corsario Negro es un barco construido artesanalmente con madera tropical tal como se hacían los antiguos barcos de los piratas. El recorrido –de pago, por supuesto–, permite vivir una aventura bordeando las Islas Medes, cuevas secretas y, además, disfrutar de un baño tranquilo en una cala aún más tranquila.

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El caballo y el gato del Cap Norfeu

El cap Norfeu, situado en el sureste de la península del cap de Creus, entre las abadías de Jóncols, en el norte, y de Montjoi, en el sur, forma una estrecha península, alargada y curva, muy rocosa y llena de acantilados y cuevas naturales. Unas cuevas que, por cierto, también vale la pena visitar. En el sureste encontramos las islas Mòniques, unos islotes rocosos entre los cuales está el Cavall Bernat y el Gat. Y sí, tal como sabéis, se llaman así porque la forma se parece mucho a la de estos animales.

Cala Bramant

Más conocida como Cala de los Enamorados, esta pequeña cala es una especie de sellado de mar que se retuerce rodeando el mar y formando, ahora sí, una pequeña piscina natural. No sólo es un rincón idílico y bastante tranquilo, también ofrece unas vistas alucinantes de Llançà, el Port de la Selva e, incluso, el Cap de Creus. Una pequeña y desconocida joya. Para llegar lo mejor es ir en barca o kayak a través de una abertura que la enlaza con el mar, pero si os atrevéis también podéis acceder a pie. Con buen calzado, eso sí.

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Roc del Comptador

El Roc del Comptador, situado en la sierra de las Salines, es el gran desconocido. De hecho, hay mapas donde ni siquiera aparece a pesar de ser, curiosamente, el punto más alto del Empordà. El techo. ¿Cómo llegar? La mejor opción es coger la cumbre que comienza en el Santuario de la Mare de Déu de les Salines. ¡Ah! Y no olvidéis la cámara de fotos porque la panorámica desde lo alto de la cima es absolutamente sobrecogedora.

La Banyera de la Russa

Los paisajes de este tramo de la Costa Brava central son brutales, pero la historia que los rodea es aún más extravagante. Este pequeño entrante a resguardo de los acantilados bajo el castillo de Cap Roig, situado entre Mont-ras y Calella dePalafrugell, se llama así porque la dueña del paraje, la señora Woevodsky, bajaba en burro para bañarse desnuda. Que la mujer no fuera rusa sino británica no nos estropeará ni la leyenda ni la excursión por los senderos que descienden desde el jardín botánico de la finca hasta este entrante de roca rojiza, de aguas siempre tranquilas e inmensa soledad, oficialmente registrado como cala Massoni.

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