(Palo Alto, 1988)
Proveniente de una familia de artistas, sus grandes composiciones y una gama cromática muy particular lo han convertido en un referente mundial.
Una casualidad (o la falta de recursos) definió la gama cromática con que Aryz se ha hecho famoso en todo el mundo. "Empecé a pintar fábricas abandonadas con pintura reciclada que encontraba al centro de recogida", relata por teléfono mientras prepara la maleta para irse a Japón a pintar un mural. "Los colores que empleaba, totalmente aleatorios, marcaron mi manera de pintar y definieron mi estilo sin que fuera consciente".
Se crió en Cardedeu, aunque desde la adolescencia aprendió de lo que veía en las calles de Barcelona. "Cada vez que venía a la ciudad alucinaba. Yo me he nutrido de la riqueza que había en nuestras calles", señala. Sin embargo, Aryz destaca el hecho de haber crecido alejado de la ciudad. "El juego es muy diferente si empiezas en un pueblo", señala, "sabes perfectamente quién vive en cada casa y no le pintas la fachada a nadie". Recientemente decidió compilar en un libro ('Outdoors') los últimos diez años de actividad muralística gracias a la que ha dado la vuelta al mundo. La sorpresa llegó cuando puso en marcha una campaña de micromecenazgo para pagar la edición: en poco tiempo recaudó más de 115.000 euros.