Esta cafetería para puristas es una de las revelaciones de la modernidad moscovita, me dice una conocida rusa. Hace un año abrieron en el Born –tienen locales en media Europa, sobre todo en el Este– y podemos decir que estamos ante un local acogedor, con gente simpática detrás de la barra, los cuales, más que camareros, son cocteleros del café, con unas ganas terribles de hablar de su trabajo. Hacen un café glorioso, como uno de variedad guatemalteca con frutas secas y limón, que te levanta el humor con una caricia. Los pastelitos y los tés tampoco están nada mal. El precio que pagarás te hará llorar de risa. 'Hipsterismo' a buen precio.
Los rusos que viven en Barcelona son discretos, viven esparcidos por toda la ciudad y abren y cierran negocios con gran celeridad, a pesar de que hay negocios que ya son clásicos de nuestro paisaje urbano. También es difícil diferenciar al que es auténticamente ruso, puesto que los ciudadanos de la antigua URSS han abandonado antiguas disputas.