Jardí Dendrològic del Roquer
Jardí Dendrològic del Roquer

Rincones secretos de Girona

Quien vive al lado de un paraje extraordinario, muchas veces ni le da importancia, pero el territorio gerundense está lleno de sitios que dejan con la boca abierta a quien los mira con ojos nuevos

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Sí, los gerundenses somos entusiastas viajeros interiores y estamos bastante enterados de las bellezas del territorio, pero a veces te descubren lugares desconocidos. Estas son nuestras propuestas de lugares a visitar. Son parajes, rincones o construcciones que los vecinos que viven cerca contemplan con cierta indiferencia pero que dejan con la boca abierta a quienes los visitan por primera vez.

Les Estunes (Porqueres)

El bosque de las Estunes es uno de los rincones más mágicos del Pla de l'Estany. Muy cerca del estanque de Banyoles, donde tampoco escasean las leyendas, nos encontramos con esta arboleda surcada de pasillos entre rocas que forman una especia de laberinto natural y donde, aseguran los más ancianos del lugar, viven las Goges: unas hadas de las entrañas de la tierra poco habituadas a la luz solar y de una belleza inaudita que, si no nos espabilamos, harán que nos quedemos para siempre en sus pasillos. Pero si le damos la voz a la ciencia, es la presencia de travertinos lo que ha posibilitado estas grietas, una auténtica curiosidad natural bastante rara de ver pero relativamente frecuente en el Pla de l’Estany y el Alt Empordà, donde lo volveremos a encontrar en el estanque de Espolla. Los árboles centenarios y la umbría calma que se respira convierten esta excursión, relativamente poco conocida, en un paseo mágico y silencioso a través de la piedra y las eras geológicas.

Sidillà (Sant Llorenç de les Arenes. Foixà)

El núcleo prerrománico de Sidillà es símbolo de los misterios de la historia, al menos a un modesto nivel de Baix Empordà. Pertenece a Foixà, otro lugar que merece una visita por parte de los más conspiranoicos –¿de verdad creéis que el rey Joan I murió durante una cacería por casualidad? Unas reformas recientes, después que la Generalitat se hiciera de rogar durante décadas a la hora de otorgarle protección arqueológica, han permitido evitar que una iglesia de unos mil años de antigüedad se deteriorara todavía más. El poblado, que data de los tiempos de Guifré el Pilós, fue abandonado hacia el siglo XIV porque unas misteriosas olas de arena lo cubrieron hasta que una actividad de extracción de áridos lo desenterró hace 40 años. Como conjunto arqueológico medieval tiene sus carencias, básicamente porque las excavaciones y las investigaciones no han seguido mucho método, pero se respira una magia, un misterio y unos aires de descubierta que os transportarán a las páginas de 'El nombre de la rosa'.

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Volcán de la Crosa (Vilobí d'Onyar)

Si necesitáis un volcán ahora mismo, de manera urgente, muy cerca de Girona tenemos uno de los cráteres más grandes de Europa. El volcán de la Crosa, situado en el núcleo de Sant Dalmai de Vilobí d’Onyar, tiene una altura más que modesta, solo 156 metros, pero hace más de un kilómetro de perímetro y permite un paseo por el que, hace más de mi años, era el fondo de un lago y ahora son campos de cultivo al abrigo de las paredes de la caldera. Se trata de un volcán joven y extraordinariamente bien conservado, y se ha convertido en un símbolo local y un gran lugar para hacer una primera aproximación didáctica a la geología. En una antigua cantera se ha habilitado un pequeño aparcamiento y el paraje cuenta con paneles informativos para explicar las características naturales más destacadas.

Castell d'Aro

El núcleo más antiguo de la Vall d’Aro se pone sus mejores galas en Navidad para acoger uno de los pesebres vivientes de más tradición. Pero durante el resto del año, este pueblecito claramente medieval, lejos de la espectacularidad (y la sobreexplotación turística) de sitios más típicos como por ejemplo Pals, es un paseo delicioso por un conjunto fortificado típico catalán transformado en zona de segundas residencias, pero con bastante sensibilidad. El castillo de los Benedormiens está documentado desde el siglo XI y a menudo se alojan en él exposiciones artísticas de interés. Pero cuando le damos la espalda al castillo y a la iglesia y subimos por la calle del Hospital, el pueblo nos ofrece lo mejor de sí mismo. Entre muros de límite milenarios y prados de pasto, el llano de la Coma nos recuerda cómo debía ser el Empordà cuando campaban los primeros hijos de sirena y payés. El silencio es total y la puesta de sol, bellísima.

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Bosque de Castanyet (Santa Coloma de Farners)

El interior de la comarca de la Selva se conoce como La Comarca del Agua y de eso no falta en Santa Coloma de Farners. Solo visitando las fuentes del Parque de Sant Salvador ya estaríamos un día, pero es en los bosques de Castanyet donde los dioses han dibujado un bosque encantado donde hay tantos verdes, tanta energía y tanta paz que incluso se ha instalado un santuario budista donde se hacen retiros de tres años. Nuestra propuesta, tranquilos, se puede hacer en un solo día. Con una parada previa para desayunar o para tomar un vermut en el Hostal del Castanyet, una casa antigua con mesas puestas con manteles de cuadros y perros simpáticos que os darán la patita a cambio de un trozo de bocadillo, nos podremos perder después por el bosque o llegar hasta el antiguo núcleo de Castanyet, donde todavía se alza una iglesia románica y algunas masías habitadas ininterrumpidamente desde hace siglos.

Jardí Dendrològic del Roquer (Arbúcies)

Este jardín particular aloja la magnolia más grande de Europa y cientos de curiosidades botánicas llevadas a todos los extremos del mundo por la familia Garolera, una saga de propietarios rurales que convirtieron su jardín privado en un microcosmos botánico mágico y misterioso. La familia abre la finca dos veces al año, en las fiestas de primavera y otoño, pero se puede concertar una visita llamando a la Oficina de Turismo de Arbúcies. Un cedro del Himalaya que da como frutos piñas de un rojo brillante, camelias japonesas pálidas y delicadas como una chica en kimono o nenúfares de regiones remotas son algunas de las especies que nos dan la bienvenida. La casa, una mansión de finales del siglo XIX que durante la Guerra Civil sirvió de refugio a cientos de criaturas, no se puede visitar pero recomendamos un discreto vistazo por las ventanas para poder apreciar un estilo de otros tiempos maravillosamente conservado.

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Estanque de Llorà

La antigua fonda Fontsabeu hace años que no acoge ni huéspedes ni comensales, pero el rótulo nos señala la presencia del estanque de Llorà, que sí funciona todavía como colmado y cafetería, además de dedicarse a la venta de tabaco. Os lo podríamos recomendar tan solo como curiosidad porque entrar es como viajar en el tiempo: en cualquier otro lugar más urbano, la ola de gentrificación hubiera pasado por encima de este colmado con aspecto de postguerra, donde las longanizas y la miel de los productores locales de la zona esperan tranquilamente a unos compradores a quien, simplemente, ni se les pasa por la cabeza que estas cosas se puedan comprar envueltas en plásticos de colores. Pero es que además el estanque de Llorà guarda un secreto que solo descubriréis si preguntáis dónde está el lavabo. Saldréis al exterior por la parte de detrás de la casa, caminad unos pasos y mirad hacia arriba. Entre las ramas bajas de una higuera aparecerá un jardín silvestre que está enclavado a los pies de una pared de piedra por donde brota el agua. La casa lo tapa totalmente desde la carretera y esconde este pequeño espacio secreto y salvaje donde os dejarán tomar tranquilamente el café.

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