Illa Roja
Foto: ShutterstockIlla Roja
Foto: Shutterstock

Playas salvajes de Cataluña

De la Costa Brava al Delta del Ebro: 13 playas y calas tranquilas que todavía se conservan vírgenes

Publicidad

En los 826,5 kilómetros que se extiende la costa catalana, entre el cabo Falcó y el río de la Sénia, todavía es posible plantar la toalla en una cuantas calas que conservan su belleza indómita, casi intacta. Id. Respetadlas.

NO TE LO PIERDAS: Las mejores playas de Cataluya

1. Platja Fonda (Begur)

Situada a los pies del acantilado que le da sombra y rodeada de una gran 'pared' que la protege, es una de las calas más curiosas de la Costa Brava. Par acceder a ella tendréis que bajar unas cuantas escaleras en bastante buen estado pero poco aptas para niños pequeños y personas mayores. Aunque hace unos cuantos años era habitual ver un chiringuito durante los meses de verano, todavía es un escondite indómito: una pequeña cala de unos 130 metros de longitud y 35 de ancho que ha permanecido virgen y salvaje en el sentido más primitivo del término.
El agua presenta tonalidades oscuras, gracias al color de la arena (oscura y gruesa) y la sombra de la gran roca. La playa Fonda tiene, además, un fondo submarino que hará las delicias de los aficionados a la inmersión ligera. Si preferís tomar el sol y triunfar en Instagram, prestad atención al majestuoso cabo de Begur. Desde el lado derecho de la playa es posible ver la silueta del histórico Semáforo de Begur, una antigua estación meteorológica reconvertida en mirador que ofrece una panorámica impresionante del macizo.

mo llegar: Para acceder a la playa Fonda desde el centro de Begur hay que coger la misma carretera que lleva a las playas de Aiguablava y de Fornells. Antes de llegar a la segunda cala, encontraréis un desvío a la izquierda. Después de cruzar una urbanización, encontraréis un zona de aparcamiento donde podréis dejar el coche y seguir el trayecto a pie siguiendo las indicaciones.

2. Platja de l'Illot (L'Ametlla de Mar)

En la Costa Daurada predominan las playas de arena muy fina y suave pendiente, aquellas en las que tienes que caminar muchos metros mar adentro para que el agua te llegue al ombligo. Pero de vez en cuando, el litoral se rebela y ofrece sorpresas, como la playa de l'Illot (islote), al sur de la Ametlla de Mar, una pequeña cala de guijarros con un roquedal rojo que la rodea y los pinos que llegan a ras de agua. Y, claro, el islote, emergiendo entre las olas, que todavía hace el paisaje más bucólico.
En la Ametlla hay muchas más calas con encanto, es un municipio privilegiado en este sentido. Por ejemplo, podéis ir a la cala del Cementiri, espacio rocoso de unos quince metros de ancho por veinte de largo, y con un agua cristalina de color turquesa. Ya os podéis imaginar que, con tan pocos metros cuadrados, en temporada alta debéis madrugar y daros prisa si queréis un espacio para extender la toalla... También os gustará que es una de las pocas playas de toda Cataluña en la que está permitida la presencia de mascotas a cualquier hora de cualquier día del año.

mo llegar: A la playa del Illot tenéis que ir a pie, cogiendo el GR-92 desde la Ampolla (más corto) o desde la Ametlla de Mar (con paisajes alucinantes). A la cala del Cementiri, podéis ir a pie desde la Oficina de Turismo: buscad la calle de Jacint Verdaguer dirección mar y después seguid las indicaciones hacia el camping Nàutic. En poco rato cruzaréis la riera por una pista asfaltada, y un acceso os permitirá bajar a la cala. Con vehículo, tomad el camino que lleva al cementerio, y cuando lleguéis y estacionéis, ¡ya podéis coger la toalla!

Publicidad

3. Cala Tavellera (Port de la Selva)

El punto más oriental de la península Ibérica es también la parte más salvaje de la Costa Brava, una auténtica 'finis terrae' tan espectacular como traidora, sembrada de ruinas de hace mil años y todavía muy celosa de sus secretos. Uno de ellos es la cala Tavellera, situado a unos dos kilómetros del Port de la Selva pero solo accesible a pie a través del GR11, el sendero que conecta el Mediterráneo con el Atlántico. En algunos blogs y guías aseguran que es accesible en 4 x 4, pero de toda la vida la forma más segura para llegar sin dejarse los cuernos o las ruedas ha sido mediante una fantástica caminata de unas dos horas por el Cap de Creus que culmina en un merecido premio: una cala prácticamente desierta tanto en verano como en invierno, donde hay un refugio para pernoctar y los amaneceres tienen sabor de nacimiento de un mundo nuevo. El fondo marino es espectacular y tiene una espesa pradera de posidonia. En pleno verano a menudo se reúnen muchas pequeñas embarcaciones, pero a principios o finales de temporada seguro que no os encontráis con nadie.

mo llegar: Para acceder a la playa caminando salid del Port de la Selva siguiendo el GR11. Al final del puerto del municipio encontraréis un indicador que lleva a cala Tamariua. Seguid hasta encontrar un cruce que indica Cala Tavellera y Sant Baldiri. Las dos rutas llevan a la cala.Y si tenéis un 4 x 4 bien preparado, en vez de coger la salida que va hacia San Sebastián, coged la de la derecha y seguid hasta ver la cala. Para aseguraros que el refugio está en buen estado y disponible, llamad al Ayuntamineto del Port de la Selva.

4. La Punta del Fangar (Deltebre)

El norte del siempre recomendable delta del Ebro está formado por una inmensa lengua de arena, la península del Fangar, que se va estrechando y curvando hasta llegar a cerrar una gran cantidad de agua salada formando un mar interior que se conoce como el puerto del Fangar. Es un espacio singular único, un desierto con dunas, algunas móviles y otras fijas, donde incluso se producen espejismos en días de bastante insolación. También encontraréis algunos espacios protegidos para la nidificación de charranes y gaviotas, lo que hace el sitio todavía más especial. El Fangar tiene ni más ni menos que siete kilómetros de playa –aquí sí que no os faltará espacio para estiraros– con arena muy fina, y una superficie total de 400 hectáreas, con la única 'decoración' de un solitario faro blanco con una cinta roja. Por las características del lugar, si lo escogéis como sitio donde pasar un día de playa, no olvidéis llevaros protección solar, bebida, comida, un sombrero... ¡Tened en cuenta que también es habitual que sople un fuerte viento!

mo llegar: Para llegar al delta del Ebro podéis hacerlo a través de la A-7 y coger la salida 39A de la Ampolla, donde también podéis llegar por la carretera nacional N-340. Seguid en dirección Deltebre y una vez allí coged la carretera TV-3451, que os llevará a la playa de la Marquesa y después a la de la Punta del Fangar. Recordad que es fundamental llevar bebida y una sombrilla si tenéis pensado estar allí unas cuantas horas, sobre todo en verano: no encontraréis ni una sola sombra y solo un restaurante, justo al principio.

Más playas salvajes de Cataluña

Platja del Trabucador (Sant Carles de la Ràpita)

Esta playa es la estrecha franja que hay al sur que une el Delta con la península de la punta de la Banya. Tiene seis kilómetros de largo y una anchura media de tan solo un centenar de metros; un lado de la barra lo remoja el Mediterráneo abierto, y el otro, las aguas de la tranquila bahía de los Alfacs, con un montón de aves acuáticas que se bañan.

Platja de Sa Sabolla (Cadaqués)

Sa Sabolla es una de las calas más solitarias de la Costa Brava. Y no es extraño, ya que para acceder a ella hay que hacerlo a pie –con una buena excursión que, eso sí, pasa por preciosos tramos del camino de ronda– o, si disponéis de una barca, con transporte marítimo. El paisaje es abrupto, lleno de rocas de pizarra: un lugar paradisíaco que debéis visitar.

Publicidad

Illa Roja (Begur)

La única playa de la zona central de la Costa Brava es singular por los colores rojizos de la roca que emerge del agua, y de aquí su nombre. Para llegar hay que dar un buen paseo desde el camino de ronda, pero una vez allí descubriréis un playa sin servicios y ruidos y rodeada de acantilados. Una de las más bonitas de Cataluña y con tradición nudista.

Cala Estreta (Palamós)

Hay quien dice que es la cala de la cual los del Baix Empordà están más orgullosos. Y si alguna vez la visitáis entenderéis por qué: es preciosa. Ahora bien, como toda recompensa requiere un esfuerzo, durante los meses de verano no podréis ir con vehículo motorizado, y deberéis hacer una caminata de unos tres cuartos de hora desde la playa del Castell. És habitual ver a gente practicando nudismo.

Publicidad

Cala de Sa Futadera (Tossa de Mar)

No es recomendable si sufrís vértigo, porque si es así quizá os mareáis a la hora de bajar hasta esta cala. Pero una vez allí encontraréis aguas cristalinas, de esas a las os querréis tirar de cabeza aunque estén heladas, y no es, ni de lejos, de las calas que están más concurridas durante la temporada de verano.

Cala Fonda (Tarragona)

En medio del bosque de la Marquesa, esta playa virgen tiene 200 metros de longitud por 25 de ancho, es nudista y se la conoce popularmente con el nombre de Waikiki. Para llegar hay que caminar unos tres kilómetros desde la playa Llarga en dirección este. Es una de las playas mejor conservadas del litoral tarraconense.

Publicidad

Cala Culip (Cadaquès)

Hasta 2004, cuando cerró el Club Med, solo se podía acceder con un 'pase de visitante' que expedía el club. Situada a pocos kilómetros del Cap de Creus, es una de las pocas calas donde es posible hacer inmersión y dispone de una pequeña playa de arena gruesa. El paisaje geológico es alucinante, sublime, y el agua azul, casi transparente.

Platja del Fortí o del Búnquer (Mataró)

Tiene este nombre porque en la misma arena hay un búnker –nido de metralletas– construido durante la Guerra Civil. Está en las afueras de la capital del Maresme, delante del espacio agrícola de les Cinc Sènies, y tiene un fondo marino rocoso y poblado de pececitos. Aunque no está señalada como tal, es habitual la práctica del nudismo.

Publicidad

Cala Xica (Sitges)

Nombramos la cala Xica, pero también hubiéramos podido decantarnos perfectamente por la cala dels Gegants, la del Pati Blau o también la dels Colls, todas calas aisladas y tranquilas situadas entre Sitges y Vilanova i la Geltrú, resguardadas por escarpados espectaculares que se adentran en las olas y a las cuales se puede acceder siguiendo el trazado del GR92.

Recomendado
    También te gustará
    También te gustará
    Publicidad