Cuando nació el Cruïlla, lo hizo a partir de una premisa que la gran mayoría de los festivales musicales –no ya de Barcelona, sino en buena parte de Europa– pasaban por alto: la diversidad. Es decir: la reunión dentro de un mismo marco de sonidos de raíz y tradicionales con el mestizaje, sonidos modernos y del pasado, cruces de estilos y maneras diferentes de vivir. Este punto de partida, pasados diez años de la consolidación del festival como una cita clave del calendario local de espectáculos en verano –y también en otoño–, no sólo se ha mantenido fuerte, con la confección de un cartel donde hay pop, indie, hip hop, soul, mestizaje, flamenco y nuevas músicas urbanas, sino también con la expansión de la idea hacia nuevas formas de entender el mundo a partir de la ecología, la tecnología y las identidades culturales amenazadas por la globalización.
Este año, del 3 al 6 de julio, el Cruïlla vuelve a ocupar el espacio del Fòrum para iniciar su décima edición. Pero, de hecho, el Cruïlla ha comenzado ya –con la serie Cruïlla Talks– y, siendo como es una manera de entender nuestra relación con el mundo, podríamos decir que el Cruïlla se desarrolla siempre en nuestro interior. Te interese más el festival como una experiencia, como una manera de vivir o como un evento de verano, sin embargo, tenemos muchos motivos para celebrar estos 10 años de vida.