1. Ubicación idílica
Escuchar música a un jardín siempre es un placer. Es cierto que últimamente se ha puesto de moda este tipo de festival, situado en un entorno natural, rodeado por vegetación y con la supervisión de la luna, pero lo que tiene de especial el Sons Solers es que está pensado a escala humana. Es un festival pequeño, donde la cantidad de público está limitada para hacerlo sostenible, y siempre con la idea de que cada minuto de la noche se pueda disfrutar al máximo, ya sea no perdiéndote ningún concierto, cenando con tranquilidad y dejando pasar los últimos minutos en la zona chill out, donde podrás relajarte tomando una copa con total intimidad, sin que ningún fenómeno del mundo exterior pueda alterarte. Ahora que triunfa el concepto ‘slow’, Sons Soler lo aplica a los festivales de música con un resultado envidiable.