Naranjo de Bulnes, Picos de Europa
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Los 15 lugares de España que debes visitar (al menos) una vez en la vida

Recorremos la geografía española y seleccionamos sus monumentos y parques naturales más impresionantes

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Nos hemos propuesto que conozcáis un poquito de España a través de su naturaleza, de su riqueza cultural, de su historia y de los vestigios de siglos pasados que todavía conserva. Paseamos por sus comunidades autónomas para seleccionar 15 lugares –parques naturales, monumentos, bodegas, castillos...– que nadie debería perderse, tanto autóctonos como turistas. Un paseo por Valencia, Cataluña, Andalucía, el norte de España, las dos Castillas... que estamos deseando visitar.

NO TE LO PIERDAS: 26 escapadas para descubrir España.

Sitios imperdibles de España

1. Parque del Timanfaya

A diferencia de otros parques naturales, que no sabes exactamente dónde empiezan y dónde acaban, Timanfaya es único. Como un manto negro y rugoso, sin vegetación, que de repente invade todo el paisaje a tu alrededor, convirtiéndolo en un paraje casi extraterrestre. A finales del XIX los volcanes de la zona escupieron toda su lava arrasando durante varios días la isla de Lanzarote. De aquello nació Timanfaya, el único parque nacional geológico, una maravilla de la naturaleza. Tonalidades rojas, pardas, naranjas y ocres definen este cálido lugar, que todavía hoy mantiene la temperatura de la tierra casi a ras de suelo (unos 400º a tan solo cinco metros de profundidad). Si pudierais levantar una roca y echar algo de agua, veríais el efecto. Pero como está prohibido transitar libremente por el parque, estad atentos a la demostración cuando os bajéis de la ruta en bus por el parque.

2. La Alhambra

Hubo un tiempo en el que se disputó el honor de ser una de las nuevas siete maravillas del mundo. Y no es para menos. Si queréis saber qué es el síndrome de Stendhal tenéis que visitar esta fortaleza nazarí de muros rojizos que se levanta en lo alto de la colina de al-Sabika, a la izquierda del río Darro, imponiendo sus formas sobre toda la ciudad. Alucinaréis con la decoración de las paredes: desde las formas caligráficas de yesería que reproducen los versos de los poetas de la Corte de Granada de los siglos XIII y XIV hasta los azulejos con motivos vegetales que llenan los espacios de color. Lo más famoso es el Patio de los Leones, llamado así porque en su centro hay una fuente sujetada sobre los lomos de doce leones de piedra. Comprad la entrada con anticipación a través de su web.

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3. Picos de Europa

Si vais a Asturias, guardaos un día, como mínimo, para visitar los Picos de Europa. Incluso los que estén en peor forma física encontrarán una excursión que les llenará el pecho de aire fresco y los ojos de belleza. A cada paso encontraréis un paisaje que os maravillará: montañas de formas imposibles, rocas, ríos, prados, animales salvajes… De entre todos los alicientes que presenta, aprovechad también para visitar los Lagos de Covadonga, el precioso y pintoresco pueblecito de Bulnes, al que se puede llegar a pie o en funicular, y subir al teleférico de Fuente Dé (ojo con el vértigo).

  • Viaje
  • Fuera de Madrid

Existen muchos motivos para hacer una escapada a Cáceres., una de las ciudades medievales y monumentales más bonitas de España. Podéis ir a comer el menú degustación de Atrio, dos estrellas Michelin, y deleitaros con su perdiz napoléonica, o bien visitar el Museo Vostell, instalado en un antiguo lavadero de lana, a las afueras de la ciudad, y dedicado al arte fluxus. Pero para descubrir la magia de esta localidad extremeña bastará con dar un paseo por la ciudad vieja, uno de los conjuntos patrimoniales más completos de España, fechado a finales del siglo XV. Plazas, callejones empedrados, construcciones nobles e iglesias que impresionan. No dejéis de visitar el Palacio de las Veletas, sede del Museo de Cáceres, o el Palacio de los Golfines. Después del paseo sentaos en cualquier restaurante y pedid una Torta del Casar, queso típico de la zona, un placer cremoso como pocos hayáis experimentado en la vida.

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5. El casco histórico de Cáceres

Existen muchos motivos para hacer una escapada a Cáceres. Podéis ir a comer el menú degustación de Atrio, dos estrellas Michelin, y deleitaros con su perdiz napoléonica, o bien visitar el Museo Vostell, instalado en un antiguo lavadero de lana, a las afueras de la ciudad, y dedicado al arte fluxus. Pero para descubrir la magia de esta localidad extremeña bastará con dar un paseo por la ciudad vieja, uno de los conjuntos patrimoniales más completos de España, fechado a finales del siglo XV. Plazas, callejones empedrados, construcciones nobles e iglesias que impresionan. No dejéis de visitar el Palacio de las Veletas, sede del Museo de Cáceres, o el Palacio de los Golfines. Después del paseo sentaos en cualquier restaurante y pedid una Torta del Casar, queso típico de la zona, un placer cremoso como pocos hayáis experimentado en la vida.

6. Parque Natural de Doñana

Recuerdo haber madrugado mucho hace muchos años para ir de excursión al Parque Natural de Doñana, un espacio de 68.236 hectáreas creado hace 50 años y declarado más tarde Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Un coto de tierra cambiante y vegetación no domesticada –dunas, marismas, playas– donde descubrir la fauna en su hábitat –es un paraíso para las aves, que hacen parada aquí antes de emigrar hacia tierras más cálidas–, con aldeas pintorescas como Almonte, con la omnipresencia visual y sentimental de la ermita del Rocío, que en junio se llena de los fieles que acuden en romería. Hay rutas organizadas que permiten acercarse a los enclaves más importantes de Doñana, o bien se puede explorar por cuenta propia.

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7. Catedral de Santiago de Compostela

No hace falta ser ni creyente ni peregrino para dejarse abrazar por la barroca majestuosidad de la Catedral de Santiago de Compostela y la serenidad que transmite esa obra maestra del románico que es el Pórtico de la Gloria (¡que el apóstol confunda al blasfemo que profanó una efigie con la cara del batería de Kiss!). Reservad todo un día y una visita guiada para visitar este monumental paradigma que resume todo el arte cristiano de la península. 'A Dios rogando y con el pie bañado': daos un garbeo por la Playa de las Catedrales, (Lugo). Mejor en bajamar; es cuando sus espectaculares arcos y cuevas –que bien merecerían aparecer en una precuela de ‘Juego de tronos’– se aprecian más.

8. Serra de Tramuntana

Patrimonio de la Humanidad desde 2011, la zona montañosa de Mallorca que va de la isla de Sa Dragonera hasta el cabo de Formentor es de una belleza descomunal, com puestas de sol en el mar, calas formidables y mucha historia detrás. No en vano, aquí vivió Robert Graves (Deià) y entusiasmó a Rubén Darío, Santiago Rusiñol y a Anglada Camarasa. No dudéis en coger el tranvía en el Puerto de Sóller, bajar a Cala Deià y visitar la Cartuja de Valldemossa, donde tenéis que comer, sí o sí, una coca de patata.

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9. Casas Colgadas de Cuenca

Construidas sobre los riscos del desfiladero del río Huécar, como si estuvieran a punto de caer rodando desde la cumbre de la colina, las Casas Colgadas de Cuenca constituyen uno de los monumentos más famosos de Castilla La Mancha. Fueron edificadas en el siglo XV, como viviendas civiles. A día de hoy no hay visitante que no se quede embobado viendo cómo desafían las leyes de la gravedad. En una de las casas encontraréis la Posada de San José, que tiene uno de los restaurantes más populares de la ciudad. Reservad mesa cerca de alguna de las ventanas –¡vistas brutales!– y probad su morteruelo, típico guiso de la región, hecho a base de carne de caza desmigada. Para morirse de gusto.

10. Las Bárdenas Reales

No hay que ir tan lejos como el desierto de Mojave, ni pasar tanto calor como en el Death Valley. Mucho más cerca de lo que pensáis se pueden encontrar formas naturales tan curiosas como en la Capadocia turca, y una sensación de soledad como en el Gobi mongol. En el sur de Navarra se esconden los surrealistas paisajes de las Bárdenas Reales. Una combinación de suelos de arcillas, yesos y areniscas esculpidos de forma monumental por la erosión del agua y el viento hasta crear barrancos sinuosos, mesetas de estructura tubular como las de las películas del oeste y unos misteriosos cerros llamados 'cabezos'. Un viaje de otro planeta sin salir de la Península.

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11. Montserrat

Si hay una montaña reverenciada, mágica y simbólica en Cataluña esta es Montserrat. Está entre comarcas y el aspecto de la cordillera varía mucho desde donde la observes, aunque lo más recomendable es acercarse a la cima, donde la erosión y el tiempo han dado forma a rocas singulares, como el Cavall Bernat. Montserrat es un caramelo para excursionistas y escaladores porque el Parque Natural está lleno de senderos y vías ferratas. También es un destino de espiritualidad (podéis hacer cola para visitar la Moreneta) y para otros es símbolo de catalanidad y resistencia, sobre todo desde que en 1970 el monasterio acogiera el encierro de intelectuales en oposición al franquismo y el Proceso de Burgos. Himmler también creía que es una montaña mágica (buscó en ella el Santo Grial) así como los ufólogos, que se citan el día 11 de cada mes para hacer avistamientos. Tomad el aéreo y el funicular y preparaos para despegar...

12. La Laguna Negra

La Laguna Negra, a la que se accede en coche o autobús desde Vinuesa (corazón de la comarca Tierra de Pinares), es uno de los rincones más visitados de toda la provincia de Soria. Y motivos no le faltan: no solo porque se encuentre dentro de un entorno boscoso perfecto para hacer senderismo (y recolectar setas, previa petición de permiso), sino por la singularidad de su fisonomía. De color negro profundo –cuenta la leyenda que no tiene fondo y que se comunica con el mar mediante cuevas… aunque (alerta 'spolier') en realidad su profundidad no supera los 12 metros– se trata de una laguna de origen glaciar. El hielo, erosionado durante miles y miles de años, es el responsable de las paredes de roca que la flanquean. Y la mejor época para visitarla es la primavera y el otoño, cuando las temperaturas son más suaves. 

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13. San Juan de Gaztelugatxe

El País Vasco es precioso de Irún a Getxo, de una fuerza sobrenatural que se manifiesta en el verde de su vegetación, en la fuerza del mar, en una gastronomía con carácter y un pueblo al que tampoco le falta. Y también épica; mucha épica. Comprobadlo en San Juan de Gaztelugatxe: un islote conectado a tierra firme por un camino de 241 escalones en zigzag y coronado por un castillo de piedra (la traducción de 'Gaztelugatxe' es, literalmente, 'castillo de roca') del siglo XI. Cuando hablamos de épica no exageramos: San Juan de Gaztelugatxe –a unos 35 km de Bilbao– fue la fortaleza de Rocadragón en la séptima temporada de 'Juego de Tronos'.

14. Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia

La conclusión: Hace más de una década que la Ciudad de las Artes y las Ciencias cambió por completo la fisonomía de la ciudad de Valencia, que ganó un polo de atracción turística de primer orden y transformó una zona urbana hasta entonces olvidada. Aunque parezca mentira, el proyecto original era aún más ambicioso, y preveía una torre de telecomunicaciones y cuatro rascacielos. Su historial de sobrecostes y deficiencias no debería enturbiar la contemplación de este conjunto monumental que incluye un gran teatro, un museo de la ciencia y un acuario, entre otras muchas sorpresas que hay que descubrir visitándolo.

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15. El Parrizal de Beceite

Beceite, Calaceite, Valderrobres... Toda la comarca del Matarraña es un espectáculo de la naturaleza, pero la atracción estrella es el Parrizal de Beceite. Es un sendero de unos 8 kilómetros de ida y de vuelta junto al río Matarraña que discurre sobre plataformas de madera, rocas, puentes y caminos a la sombra por en medio del bosque. Es un paseo agradable, apto para todo tipo de formas físicas –lamentablemente no para gente con movilidad reducida– en el que admirar las aguas cristalinas del río, los peces que las llenan, y las formas caprichosas que ha creado el Matarraña a su paso. No se puede ir con perro y también está prohibido el baño. Si estáis por la zona, visitad también La Pesquera –en verano es un gusto refrescarse en sus aguas– y podéis hacer una ruta en bici por la Vía Verde. 

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