Lo mejor de cada barrio: Sant Antoni

Ya sabéis lo que dicen, "Si tiene barba, San Antón, y si no, la purísima Concepción". Muerte a la Gillete!

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La calle Parlament

Es la avenida Nevski del barrio, barbas zaristas incluidas, digna de un cuento de Gogol. Pero más que su fauna lo que me entusiasma de Parlament son los bares que hay en la acera de montaña, desde la Ronda hasta Viladomat. La ruta ideal, de este a oeste: la tarrina de saint-Marcellin en Els Sortidors del Parlament, un cucharón de la sopa de pescado del Pa i Trago, el brunch con salmón ahumado del Federal, la tapa de soviet -una ensalada rusa que enloquece- del Calders y el arsenal de viennoiserie del Tarannà. Para acabar perdido. En uno de mis días de peregrinación, un turista me preguntó por el camino más rápido para llegar a la Alhambra de Granada.

La vida 'low cost'

Barbudos y barbilampiños, los del núcleo de Sant Antoni tenemos un par de hábitos de supervivencia class que no fallan. El primero: aquí está el mejor paqui de la ciudad, con una oferta de producto de importación que no tiene nada que envidiar al Rincón del Gourmet de El Corte Inglés. En apariencia parece un Spar de rigor, y se le conoce por el prosaico nombre de Supermercat del Món (Parlament, 21). ¡Atención al surtido de marca italiana! Y el segundo: las gloriosas pizarritas de la Bodega Florida (Floridablanca, 112), clásico con solera de estos feudos, y su generoso aperitivo por 1,25 euros. Lo que ahorro, me lo gasto en una sesión doble en los Renoir. Por desgracia, estos aún no se han adaptado a nuestra cartera.
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El mercado

Trauma infantil: mi álbum de 'La sirenita' quedó incompleto por un falti, un cromo edición limitada del pez amarillo. Tengo la esperanza de encontrarlo aquí una mañana de domingo.

El Lolita

Esto es para hacerse un homenaje una vez al semestre. ¡Y qué homenaje! Alguien me dijo una vez que no podías empezar una comida en el Lolita (Tamarit, 104) sin pedirte una Gilda y rebañar el aciete del plato con el dedo. Yo sigo escrupulosamente la liturgia cuando voy con religiosidad a celebrar los solsticios, el de invierno y el de verano. Y le he añadido a la salmodia el ritual de la croqueta, de jamón, de setas o de lo que marque la cocina de temporada, sin manías. Pero mi guilty pleasure son las rabas de pollo, una especie de fingers con rebozado de patatas fritas trágicamente buenos. Y los tienen todo el año. Importante ir con el mentón rasurado. Sueltan migas.
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