Lo mejor de cada barrio: Barceloneta

El barrio de la playa, entre el mar, la arena y el asfalto. Como estar de vacaciones sin salir de la ciudad

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El vermut

Los barceloneses necesitamos el mar como el aire que respiramos, por eso si hace buen tiempo pocos planes parecen tan buenos como hacer el vermut en la Barceloneta. Os proponemos un clásico, La Cova Fumada (Baluart, 56), y un recién llegado y retorno del hijo pródigo, L'Òstia (Plaça de la Barceloneta, 1). Bautizada con el sobrenombre del barrio, esta taberna gastronómica llena el vacío dejado por el restaurante La Botavara (sus arroces se echan de menos) con tapas hijas de otra leyenda del barrio y platillos creativos. La culpa es de Jaime Muedra, heredero del bar de tapas La Bombeta, y Sebas Matarrodona, formado con Mey Hofmann.

La cocina marinera

Arroces, fideuás, pescado y marisco fresco, fritos ... El barrio marinero de Barcelona tiene una oferta de cocina con los frutos de su vecino que no se acaba nunca. Pero si tenemos que elegir, nos dirigimos hacia Ca la Nuri Platja, que combina ubicación de chiringuito, a orillas del mar, con paellas de nota, y hacia La Mar Salada, con una carta entre la tradición y la creación que hace que no les haga falta tener a nadie en la puerta buscando clientes. Atención al menú de mediodía: delicias dignas de gastroporn por 15 euros.
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El mar

La causa que Barcelona sea la ciudad que es hoy: mediterránea, cosmopolita y con un clima agradable casi todo el año. Un privilegio que no siempre apreciamos lo suficiente.

Un barrio de pueblo

La Barceloneta conserva el espíritu de pueblo de pescadores. Las casas bajas permiten que el sol penetre en las calles -una solución para luchar contra la insalubridad en el siglo XVIII- y te hacen olvidar que, si le das la espalda al mar, te encuentras en la urbe. Las grandes superficies no entran y el pequeño comercio todavía resiste. En los años 80 la leyenda decía que en Santos Jeans (Maquinista, 38) vendían los Levi 's más baratos que en Andorra. Pero la tienda más legendaria del barrio es el Forn Baluard: las colas para comprar el pan sabroso cocido en horno de leña son kilométricas.
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