1. Los mejores años de Cartier-Bresson
La exposición se centra, principalmente, en el trabajo de Henri Cartier-Bresson entre los años 1930 y 1970. Son dos años importantes en su trayectoria: en 1930, después de un viaje por África, poco después de haber cumplido 22 años, decidió dedicarse a la fotografía de manera profesional. El fotógrafo había conocido el París estimulante de finales de los años 20, se había acercado a los círculos surrealistas y orbitó alrededor de figuras del arte de vanguardia como André Breton o René Crevel. Una de las ideas que le atrajeron por entonces fue la de azar objetivo: un momento casual que, una vez capturado, se convertía en arte. La fotografía, que por entonces se estaba desarrollando como un medio importante para capturar la realidad y también para transformarla, se terminó imponiendo a otras de sus inquietudes, como el dibujo o el cine. Y aunque no dejó de pintar ni de concebir piezas audiovisuales, Henri Cartier-Bresson exploró sobre todo el arte de capturar instantáneas únicas con su cámara. Las décadas que van de 1930 a 1970 –es decir, desde sus comienzos hasta su salida voluntaria de la agencia Magnum– conforman su mejor momento, sus ‘años decisivos’, y la exposición incide sobre todo en su trabajo en este tiempo.