'En abril, cada gota vale por mil', dicen en el campo. En la ciudad parece que la lluvia molesta más, sobre todo si coincide con el fin de semana y, casualmente y con mala leche, es Sant Jordi. Sabemos que nada puede sustituir un soleado paseo por la Rambla, curioseando con calma ahora un puesto de libros, ahora una floristería. Pero nuestro Sant Jordi es mucho Sant Jordi, y las opciones son casi infinitas, incluso para vivirlo resguardado en estas actividades a cubierto.
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