Gat de Botero
Foto: Xavi CasinosGat de Botero
Foto: Xavi Casinos

Los gatos más famosos de Barcelona

Esculturas, establecimientos, fuentes, murales... Los felinos más famosos que se pueden ver en las calles y plazas de la ciudad

Xavi Casinos
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Muchas culturas han asociado a los gatos con poderes místicos. Fueron venerados por los celtas y los egipcios. En las películas de James Bond, el jefe de la organización Spectre, archienemigo del mítico agente, siempre acaricia un gato, como símbolo del poder más maligno. Los gatos negros son considerados de mal agüero, y han sido identificados con el mal y el demonio. Pero también es el animal doméstico más común y las redes sienten una auténtica fascinación por ellos... Sea como fuere, en las calles de Barcelona se pueden encontrar muchos de estos felinos: en esculturas, dando nombre a establecimientos de loterías, restaurantes y fuentes, e, incluso, en un mural artístico en el Raval. Estos son los mininos más célebres de Barcelona.

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Una chica, un soldado y dos gatos

El gato más barcelonés es, sin duda, el de la famosa fuente de Montjuïc donde, según la canción, festejaban una chica y un soldado. La fuente se encuentra dentro de los jardines de Laribal, y dice la leyenda que el nombre proviene porque fue hallada en 1855 por un gato. En cualquier caso, de la cabeza de un gato mana el agua, en el centro de lo que simula ser una cueva natural. Fue en 1918 cuando Josep Puig i Cadafalch reurbanizó los jardines de la fuente, que ya era lugar de encuentro y esparcimiento de los barceloneses. Puig i Cadafalch construyó un edificio justo al lado para albergar un restaurante. El edificio está presidido también por la silueta de un gato que sobresale de la fachada. En breve el edificio reabrirá como restaurante bajo la gestión del Grupo Confiteria.

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El gato mejor alimentado

En la rambla del Raval encontramos el gato más grande y rechoncho. Es una escultura obra de Fernando Botero, a quien el ayuntamiento le encargó en 1987. De momento ha tenido cuatro vidas en cuatro lugares distintos de Barcelona. El primer lugar donde lo instalaron fue en el parque de la Ciutadella. Más tarde estuvo junto al Estadio Olímpico, en Montjuïc, de donde lo movieron hasta cerca de las Drassanes. Por último, parece que la rambla del Raval ha sido su lugar definitivo, al menos hasta ahora, aunque no se descarta que agote las tres vidas que le quedan en otros destinos de la vía pública. Sus proporciones desmedidas, como si hubiera salido de los pinceles de Rubens, le han convertido en un símbolo de la ciudad.

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Els Quatre Gats es un restaurante emblemático situado en los bajos de la Casa Martí, un edificio neogótico de Josep Puig i Cadafalch en la calle Montsió. El actual restaurante abrió en 1970, pero la historia se remonta a 1897, cuando se convirtió en punto de referencia del modernismo impulsado por figuras como Santiago Rusiñol, Ramon Casas, Pompeius Gener, Joaquim Mir y Miquel Utrillo, bajo la dirección del hostelero Pere Romeu. Els Quatre Gats se convirtió en lugar de tertulias, cenas, reuniones de arte y literarias, exposiciones y veladas musicales. Se inspiró en el cabaret parisino Le Chat Noir. Aquí fue donde Picasso realizó su primera muestra individual. En 1903, tuvo que cerrar a causa de las deudas acumuladas.

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La colonia de la calle Xuclà

Una colonia de seis gatos vive desde 1998 en la pequeña plazoleta que hay en la confluencia de la calle Pintor Fortuny con Xuclà. No son reales, sino que están pintados en una pared medianera que quedó al descubierto al derribar unas casas. Nacieron del pincel del pintor y dibujante Arnal Ballester, en el marco de las actividades desarrolladas en la primera edición de La Ciutat de les Paraules de ese año, cuando se declaró Sant Jordi como día internacional de las palabras. Entonces, un grupo de pintores voluntarios plasmó en fachadas y medianeras del Raval dibujos propuestos por los vecinos para llenar de colores el barrio. Este mural de los gatos se ha preservado.

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El minino que todo lo ve

Cuando los arquitectos Helio Piñón y Albert Viaplana diseñaron la plaza de los Països Catalans en los años 80, decidieron poner la silueta de un gato sobre la pérgola ondulada que da sombra a este espacio. Era un intento de humanizar la que se considera paradigma de las duras plazas. El gato es difícil de ver. Debe hacerse desde cierta distancia. Representa al gato que todo lo vigila desde un tejado. La de los Països Catalans ha sido siempre una plaza polémica por la falta de elementos de vegetación. Hoy es uno de los paraísos de los skaters, mientras espera ver cómo será su nueva vida tras la profunda reforma que vivirá toda el área de la estación de Sants.

El gato negro de la buena suerte

Los gatos negros están relacionados con la mala suerte. Menos uno de Barcelona, ​​el que da nombre a la administración de lotería número 44, en la calle Pelayo. Su historia comienza en 1912 cuando le fue concedida a Ernestina Baró. Antes de estar en la calle Pelai (primero en el número 40 y en el número 1 a partir del 2016), había estado en la calle Ample, en la Roser –junto al Molino–, y en la ronda Sant Antoni, cuando los clientes lo bautizaron como Gato Negro. Se hizo muy popular en los años 50, cuando repartió importantes premios. Desde entonces, se asocia a este gato negro con la buena suerte. En la administración, además del logotipo del negocio, existe una pequeña escultura de un gato en uno de los laterales de la puerta.

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