Tarde día 1: Calles medievales en Altafulla
En el privilegiado municipio de Altafulla se respira serenidad y belleza. El casco antiguo medieval amurallado es la Vila Closa, declarada Bien Cultural de Interés Nacional, con espacios emblemáticos como la plaza del Pou, con el edificio porticado del Ayuntamiento presidiéndola y rodeada de casas señoriales. También hay un monumento dedicado a los castillos humanos -no olvidemos que estamos en las comarcas de Tarragona-, obra del artista local Martí Royo.
Las calles empinadas y estrechas van a parar al antiguo castillo, y el conjunto formado por este, la iglesia de San Martín y la rectoría ennoblece una de las plazas con mejor acústica del país, escenario de manifestaciones musicales y poéticas que tienen lugar las noches de verano, como el Festival de Veus y el Ciclo de Conciertos.
Ahora bien, si tenéis ganas de ver el mar, debéis ir al barrio de las Botigues. A lo largo del siglo XVIII se fueron construyendo, alineados ante la arena de la playa, pequeños almacenes donde los pescadores guardaban los útiles de trabajo y los comerciantes guardaban los productos destinados a las colonias. A principios del siglo XX aquellos almacenes se fueron convirtiendo en viviendas para el veraneo, hasta dar lugar al barrio de las Botigues (tiendas).
Y cuando sea la hora de cenar, podréis elegir entre la rica oferta de restaurantes que hay en la localidad, en muchos de los cuales, como ya os debéis imaginar, podréis saborear una excelente cocina marinera.