'El dia de la marmota' tiene un único problema: le cuesta arrancar. Comienza tal como la personalidad del protagonista, el meteorólogo Phil Connors (Roc Bernadí): aburrida, perezosa, altiva. Una vez se despliega el mecanismo de la repetición, cuando ves a Phil navegando en este 2 de febrero eterno, regodeándose, chocándose contra él, e incluso disfrutándolo, y el resto de secundarios entran en juego, el musical despega. Si termina funcionando, es gracias a una dirección milimétrica de Enric Cambray y al talento de unos intérpretes que no solo cantan, sino que saben hacer crecer a sus personajes.
La historia es conocida por la famosa película de principios de los 90: Phil queda atrapado en el tiempo, en un pueblo perdido del interior de Pensilvania durante una fuerte tormenta de nieve. De entrada, busca sacar provecho de la situación llevando su actitud soberbia al extremo. Es decir, hace todas las maldades posibles. Hasta que termina aburriéndose. Se desespera. Y descubre que si intenta mejorar su entorno inmediato, también a nivel personal, al menos no vivirá en una insatisfacción permanente.
Cambray debuta en la dirección con un montaje endiablado. Era muy fácil fracasar, ya que en teatro la repetición equivale a tedio, a bostezo. Y más si estamos ante un argumento conocido, cuando ya sabemos qué va a pasar. Pero no: superada la primera media hora, el engranaje hace clic. El final del primer acto, por ejemplo, lleno de trucos de magia, es espléndido. Y el inicio del segundo, con la canción en solitario de Nancy Taylor (Clàudia Bravo), mantiene el tono. Aquí juega un papel importante la productora de Phil, Rita Hanson (Diana Roig), que en algún momento le roba el protagonismo y consigue firmar con él varios duetos destacables.
Otra de las claves del éxito de 'El dia de la marmota' radica en la coreografía de Miryam Benedited. Porque aquí todo nace y muere en el movimiento de las piezas sobre el escenario, no solo humanas. Es como una trenza que se hace y se deshace continuamente, con pequeñas variaciones.
Es una buena propuesta. Algo moralizante, sí. Un poco esa idea de "haz el bien, que el mal por el mal termina aburriendo", de acuerdo. Aleccionadora, también. Pero es lo que el público quiere, más allá de 'Mar i cel'. 'Fun home', por ejemplo, era una propuesta contemporánea mucho más rica y arriesgada. Fue muy poca gente.