De publicidad a piezas de coleccionista. Obras de arte icónicas que explican parte de la historia del país. No sabemos si dentro de medio siglo la publicidad actual también ocupará vitrinas en los museos. 'El boom de la publicidad. Reclamos de hojalata, cartón y azulejo. 1890- 1950' recoge más de 250 piezas de la Colección Mateu Llinàs Audet y del Museo de Manises de Valencia, que pondrán nostálgicos a los más mayores y que acercarán a los más jóvenes a una forma artística de hacer publicidad y a unas técnicas que fueron punteras en la época, como la cromolitografía, los carteles bidimensionales de hojalata y cartón, la cerámica y los showcards o displays, que eran figuras recortadas a tamaño real.
La muestra se ha organizado en 12 áreas temáticas que corresponden a las industrias que más crecieron a finales del siglo XIX y hasta mediados del XX y que, en consecuencia, más emplearon la publicidad para dar a conocer sus novedades. Son productos de limpieza, higiene y belleza, bebidas alcohólicas, tabaco, alimentos, medicamentos y seguros.
Convertidas en iconos –el hombre del Netol, el chico de Freixenet, la niña que tiende la ropa lavada con Albada...–, estas piezas gráficas siguen un hilo cronológico fundamental para ver la evolución estética y de mensaje de la publicidad –antes de la aparición de los eslóganes la imagen estaba pensada en clave artística y no como parte de una estrategia para vender– y los cambios en los hábitos de consumo.
Por ejemplo, hacia los años 30 surgieron productos alimenticios nuevos como las pastillas de caldo, leche en polvo o chocolate y café envasados, y la publicidad sirvió para explicar los usos y bondades de estos alimentos que hasta ahora se compraban a granel. Las compañías de seguros modernas también surgieron a principios del siglo XX, cuando aumenta el bienestar social y el miedo a no estar protegidos. ¡Y allí también estaba la publicidad!